Tumbado en el suelo. De este modo comenzó el papa Francisco los actos religiosos del pasado Viernes Santo. El Pontífice asistió en la basílica de San Pedro a la conmemoración de la Pasión de Cristo, única liturgia del año en la que no hay consagración pero sí comunión. Es también la única en la que el Papa no predica sino que adora en silencio la cruz y escucha al predicador de la Casa Pontificia. Bergoglio no lo dudó y durante unos ocho minutos permaneció postrado en el suelo para orar. El nuevo Pontífice necesitó la ayuda de dos cardenales para levantarse tras haber rezado.

Horas después, el Papa presidió en el Coliseo de Roma el primer Vía Crucis de su pontificado, en el que dijo que la Cruz de Jesús es la "palabra" con la que Dios ha respondido al mal del mundo y que los cristianos tienen que responder al mal con el bien. Ante varias decenas de miles de personas que acudieron al Coliseo romano para el sugestivo rito, el Pontífice manifestó que no quería añadir muchas palabras, "ya que en esta noche debe permanecer solo una palabra, que es la cruz misma". Durante el recorrido, tal y como ya había hecho su predecesor Benedicto XVI, Bergoglio no transportó la cruz.

El Pontífice continuó ayer con los actos propios de la Semana Santa y administró tanto el bautismo como la confirmación y la primera comunión a cuatro adultos durante la Vigilia Pascual, que ofició en el Vaticano. Los nuevos cristianos son un albanés de 30 años, un italiano de 23, un ruso de 30 y un estadounidense de origen vietnamita de 17.

La Vigilia Pascual o Lucernario es uno de los ritos más antiguos de la liturgia, que se celebra todos los Sábados Santos y que Agustín la llamó "madre de todas las vigilias", en alusión a la espera de la Resurrección del Hijo de Dios.