El océano profundo, sobre todo el que está a 4.000 metros, va a empezar a ser un poco menos desconocido gracias a 2.000 muestras de microorganismos recogidas en la Expedición Malaspina, cuya secuenciación ha puesto de manifiesto que hasta el 80% de las especies bacterianas de esas aguas no están registradas. Un equipo de investigadores, coordinados por el CSIC -entre los que hay varios gallegos- ha comenzado a secuenciar el genoma del océano profundo empleando muestras recogidas en el Atlántico, el Índico y el Pacífico durante la Expedición de Circunnavegación Malaspina 2010, coordinada por Carlos Duarte.

El equipo presentó ayer un avance de algunos resultados de esta colección genómica microbiana marina, que aportará nuevas claves sobre un reservorio de biodiversidad aún por explorar, ya que "podría suponer el hallazgo de decenas de millones de genes nuevos en los próximos años". De este modo lo señalaron dos de sus investigadores, Carlos Duarte y José María Gasol, quienes recordaron que hasta ahora la secuenciación del ADN o ARN había quedado limitada casi exclusivamente a las aguas superficiales del océano.

Los trabajos de secuenciación se centran ahora en virus, bacterias y protistas que pueblan el océano hasta los 4.000 metros de profundidad, donde no hay luz y la temperatura es de 1 o 2 grados. De estas 2.000 muestras, unas 1.300 fueron recogidas en el agua profunda y el resto en el aire que está sobre el océano. Se han secuenciado alrededor del 5 % de estas muestras y datos preliminares revelan una "cantidad ingente de especies desconocidas" de microorganimos en el océano profundo. Solo el 20 % de las especies de microorganismos de esta parte del océano están en bases de datos, según indicaron los expertos.