Del prestigioso Brillante Mendoza se puede esperar lo peor y lo mejor. Auténticos tostones o joyas que hacen honor a su nombre. Cautiva ofrece mitad de lo uno y mitad de lo otro. Tiene tramos tediosos y tramos potentes. El arranque, por ejemplo, es modélico. Te mete en situación a porrazos y te hace sentir testigo directo de un suceso violento que pone el corazón en un puño. Luego, la película se alarga demasiado en su minuciosa y realista descripción de un cautiverio infernal, llegando a ser extenuante tanto detallismo sin que la psicología de los personajes crezcan por el camino. Como si estuviera muy seguro de su talento para las imágenes poderosas y su habilidad para extraer al paisaje toda su fuerza visual, Mendoza se olvida de profundizar en los paisajes interiores. Además, la frialdad de una actriz como Huppert no le sienta nada bien a un papel tan duro y emocional. Hay momentos en los que parece que la cosa no vaya con ella, lo que perjudica notablemente la credibilidad de una obra interesante y a veces brillantísima, pero que no acaba de cuajar como merece.