Un nuevo orden con dos clases sociales perfectamente fragmentadas: la baja (enferma y en permanente guerra), a ras de suelo; y la alta (inmortal y en una paz tensa), en una gigantesca nave espacial (Elysium) en la órbita terrestre. Así divide Neil Blomkamp a la población mundial en su nueva película y debajo coloca a Matt Damon: en una fábrica miserable y con el objetivo de alcanzar la utopía de cambiar de clase para, también, curarse de una enfermedad terminal. No es extraño tampoco que, mientras en la tierra reina el gobierno de las empresas, el estado de los ricos esté controlado por el ministerio de Defensa y su responsable (Jodie Foster). Entiende y desarrolla el cineasta sudafricano la idea de una nación-nave controlada por los militares pero con un poder político de paja, con una corporación que vampiriza los recursos de la tierra y con una atmósfera ¿inmune? a las revoluciones.

Eso sí, no nos engañemos: las hechuras (y las ciertas profundidades) de ciencia ficción funcionan y se agradecen pero el objetivo de Blomkamp es otro. Un enorme tinglado de ciencia-ficción-espectáculo se arma alrededor de la premisa inicial de los dos mundos, de las dos sociedades divididas radicalmente por el estatus social. En él, todo remite al anterior trabajo del director, District 9, tanto en su fílmica (digital y de cámara en mano), como en la concepción narrativa de un mundo globalizado y en constante inestabilidad. Elysium se escapa, entonces y quizá por mandato hollywoodiense, de la ciencia ficción más pura y se mueve por caminos de la aventura y la acción. Ese cazarrecompensas interpretado por el protagonista de District 9, Sharlto Cooper, contribuye muy mucho a que el filme casi caiga en las redes de la acción pura. Con la sobreactuación de Cooper descubrimos que el largometraje se mueve por más caminos de los que parecía en su arranque.

Esta mezcla de vertientes y el riesgo que controla Blomkamp para que el mecano no se le desmangue convierten a Elysium en una ciencia-ficción-espectáculo excepcional. No se puede esperar (aunque sea una pena) una mayor profundización en personajes interesantísimos como el de Jodie Foster, pero todo eso se sacrifica por su compromiso con la aventura y la acción. El último tercio, ya trastocado en fanfarria, termina por convencernos de las intenciones del director y guionista y nos deja con ganas de ver cuanto antes su siguiente proyecto.