El sol lucía fuera y la entrada costaba 15 euros, que se destinarán a proyectos de formación en el rural, pero incluso así 200 personas asistieron ayer en el Teatro Principal de Santiago a un espectáculo que no suele verse sobre las tablas. Ningún concierto les esperaba, sino un parladoiro sobre alternativas competitivas para el desarrollo socioeconómico del rural. Marcos Vázquez, uno de los asistentes, acudió desde Lugo para escuchar y "aprender del ejemplo" porque, afirma, "el campo gallego necesita de muy grandes dosis de autoestima".

Ese ejemplo lo pusieron siete emprendedores, reunidos bajo el telón por cortesía de la Corporación Hijos de Rivera, Gadis y R, que explicaron en una gala en la que no faltó el humor innovadoras iniciativas con las que esperan contribuir al resurgir del rural. La pincelada final corrió a cargo de Antía Vázquez, una ourensana de 17 años que también predica con el ejemplo su defensa de la vida lejos del mundanal ruido, que se merece, opina, algo más que una estancia de vacaciones.

Por un escenario que buscaba, según sus organizadores, una visión "innovadora y optimista" de las alternativas que ofrece el campo, desfiló primero Luis Carrera, que convirtió en Palas de Rei una quesería familiar en un proyecto de ecoagroturismo que "huye del parque temático". Su modelo parte de una visión del "minifundismo en positivo" y de "no romper con el pasado, sino comprenderlo". "En los 40 y los 50 las villas estaban al servicio de las aldeas", recordó. Para recuperar ese orgullo, invita a sumarse este fin de semana a la fiesta Son D'Aldea que contribuyen a organizar.

Pero no todo es coser y cantar. María Estévez explicó lo difícil que le resultó localizar -en Quiroga, Valdeorras y Monterrei- los olivos centenarios gallegos que producen el aceite que se envasa bajo la marca de Olei. Su exploración acabó descubriendo una aceituna "diferente a las conocidas", la "brava", antecesora de las variantes que se despliegan por la Península, con la que espera abrir un "nuevo sector industrial para Galicia". "El reto está por desarrollar y es cosa de todos", dijo Estévez.

Más complicado aún lo tuvo Sergio Quiroga, hijo de emigrantes de Ponteareas en Argentina. Su empresa, Ecocelta, que fabrica abonos orgánicos ecológicos -es la primera compañía certificada en ese campo-, tuvo que lidiar con problemas de financiación y trabas administrativas para conseguir las licencias, pese a los premios que recibió.

Tampoco Marcos Cerqueira y Iago Pazos, de Abastos 2.0, un espacio gastronómico en Santiago junto al mercado, lo tienen fácil pese a su éxito. Por ejemplo, lamentaron no poder comprar a las campesinas que acuden a vender sus productos a la plaza y demandaron un "director de calidad" que dé "el visto bueno" a esas materias primas para su uso en restaurantes.

Preocupados por crecer están en Lutega, una cooperativa de Betanzos que busca reimplantar el lúpulo en Galicia para "crear trabajo en el rural". Belén Matilla explicó que en septiembre, además, comenzará a funcionar allí la primera finca escuela de España.

Por su parte, Ana Teijeiro explicó la génesis de Buxaina.com, una tienda online de juegos de mesa tradicionales fabricados en madera de forma artesanal, y Marta Álvarez hizo lo propio con Granxa Maruxa, en la comarca de A Ulloa, donde la clave es el "trato personalizado" hacia cada vaca.