La Unidad de Prevención del suicidio de Ourense comenzó a funcionar en 2009 y desde entonces ha tratado a 600 pacientes. Aunque están en estos momentos elaborando los datos, pueden adelantar que el programa funciona y que, tras un año de tratamiento, solo el 9% de los pacientes vuelve a tratar de quitarse la vida.

-¿Cómo se detecta a una persona en riesgo de suicidio?

-Nuestros mejores aliados son los profesionales de Atención Primaria porque el 70% de los pacientes mayores que intenta suicidarse acude al médico de cabecera el mes anterior para comentarle algún problema trivial. Suelen dejar caer algún comentario que no hay que pasar por alto. Hay signos de alarma como la tristeza, que la persona cada vez se aísla más, que se deshaga repentinamente de posesiones valiosas, un discurso de desesperanza que hay que saber detectar.

-¿Cómo debe de actuar el médico de cabecera ante una sospecha?

-Tiene que preguntarle directamente al enfermo si se le ha pasado por la cabeza quitarse la vida. Para el paciente suele ser un alivio que se normalice la situación porque de repente ve que alguien le entiende y se atreve a hablar de eso que lleva un tiempo dándole vueltas de manera obsesiva y que pensaba que sólo le pasaba a él.

-¿En qué consiste el tratamiento?

-Dura seis meses pero después del alta hay un año de seguimiento. Se trata de consultas individuales que los dos primeros meses son semanales, luego quincenales y, después, una al mes. Además hacemos seguimiento telefónico y nunca dejamos pasar por alto si el paciente no acude a la cita.

-¿Ha cambiado el perfil de los pacientes en estos cuatro años que lleva en funcionamiento la unidad?

-Las mujeres siguen siendo las que lo intentan más veces, pero en el suicidio consumado hay más hombres porque ellos utilizan métodos más letales. Sin embargo, el número de varones va en aumento. En cuanto a las causas, suelen ser un conjunto de problemas, soledad, depresión, consumo de tóxicos... pero cada vez más vemos que los problemas económicos se encuentran detrás. El problema no es tanto el paro, sino la desesperanza de encontrar trabajo.