Poseedora de un imaginario creativo más cercano al arte que a la moda de temporada, la gallega Eva Soto puso ayer un inesperado e imponente broche de oro a la Mercedes Fashion Week de Madrid con una propuesta de vestidos de alta costura, construidos a partir de patrones imposibles de sinuosa geometría. "Detrás hay mucho trabajo de matemáticas y de patrón. Equivocarme un milímetro era volver a empezar de nuevo, ya que casi todos los vestidos están hechos en una única pieza. Llevo meses sin salir de casa", aseguraba Soto -quien participará en el nuevo trabajo de Eugenio Recuenco, fotógrafo de la firma Yves Saint Laurent- poco antes de su desfile en el EGO, la plataforma de Cibeles para jóvenes diseñadores.

Una de las piezas más elaboradas ha sido un majestuoso y rígido vestido palabra de honor hecho con más de 30 metro de tela, que ella misma ha cortado en tiras, y ha trenzado hasta conseguir una pieza formada por 8.000 nudos, que dan vida a una pieza única.

Con una humildad inusitada para el mundo de la moda, Soto confiesa que ella misma realiza todas las partes del proceso: diseña, corta, teje, estampa, tiñe y remata cada pieza a mano. Un trabajo ingente y muy laborioso, que solo le permite presentar una colección al año, y no dos, como a sus colegas.

Junto a Soto, otras dos firmas gallegas mostraron ayer sus propuestas. Herida de Gato, a manos del coruñés Jacobo Salvador y María Rosenfeldt hizo un guiño con sus diseños a los años 90. Con su colección And Now, Herida de gato quiso hacer un particular homenaje a la estética de la MTV, a los videoclips de Justin Timberlake o Atomic Kitten, en donde predominan los pantalones o las camisetas que pueden usarse como vestidos. Por su parte, Andrea de la Roche presentó Transformacja, una colección basada "en la figura de un bailarín de los ballets rusos: Nijinsky".

El pistoletazo de salida en el EGO lo daba el discurso andrógino y urbano de Manémané. Diego Estrada, primerizo en la pasarela, optó en cambio por una propuesta de siluetas sencillas y rectas, estructurado en torno al coral, el amarillo canario, el azul petróleo y el blanco roto. Cuatro pilares que han sustentado un juego de piezas clásicas, que proponen una mujer bohemia y sofisticada.

Un estilo en dirección totalmente contrario al rockabilly de la firma Lady Cacahuete, otra novedad de la calendario, que alegró la pasarela con su colección inspirada en los años cincuenta y bautizada como Cóctel.

En un tono más oscuro se movió la firma Víctor Von Schwarz, que subió a la pasarela una colección inspirada en el manga japonés con deje infantil, protagonizada por los estilismos urbanos de piezas en rojo bermellón y como no, en negro. La mejicana Lorena Saravia fue la encargada de poner el toque internacional al EGO, con una colección "para vender".