El inicio de la "etapa escolar" supone un verdadero tormento para los padres (y para los niños, y los abuelos, y los tíos?) sobre todo cuando nos referimos a los más pequeños, no sólo porque hay que dejarles en manos extrañas -aunque muy profesionales y cariñosas- sino porque saben lo que se les viene encima. Es un gran cambio que va a afectarles a todos los niveles, incluso el sanitario.

Cuanto menores son los niños, más afectados se sentirán, ya que se enfrentan (con un sistema inmunitario débil y en plena formación) a virus potentes que les harán desarrollar enfermedades benignas y repetitivas. Estos ataques víricos les ayudarán a aumentar sus defensas, aunque los familiares se preocuparán y los niños pasarán más tiempo en casa que en la guardería.

Las enfermedades más frecuentes de esa primera etapa son:

-Gastroenteritis vírica, caracterizada por inapetencia, vómitos, diarrea, cansancio y, en ocasiones febrícula. El tratamiento es sencillo y busca hidratarlo adecuadamente con agua, sueros de farmacia, etc. Cuando mejora, se introduce la dieta blanda y, poco a poco, la alimentación normal. Si hay fiebre alta, sangre en heces o tarda más de 3 días en recuperarse, debemos acudir al pediatra.

-Mocos; la frase más frecuente en esta etapa es "tiene mocos todo el año". Normalmente se debe a un proceso en vías superiores y cursa con mocos, tos, estornudos, taponamiento nasal, dolor de garganta y, en algunos casos, fiebre. Se trata con lavados nasales con suero fisiológico, hidratación y antitérmicos si hay fiebre. Cuando el proceso dura más de 7 días o aumentan los síntomas y aparecen ruidos al respirar, debemos acudir al pediatra.

-Bronquiolitis, causada por el virus sincitial respiratorio que obstruye los bronquiolos del bebé. Se detecta fácilmente porque al respirar se oyen pitidos en el pecho y parece que se ahoga. El tratamiento es sintomático y debe ser indicado por el pediatra. Su duración no suele superar los 10 días pero, normalmente, se repite.

-Conjuntivitis, normalmente bacteriana. Cursa con enrojecimiento ocular, picor y legañas pegajosas. El tratamiento debe ser indicado por el pediatra porque necesita un colirio antibiótico y debe descartarse que sea un proceso alérgico en el que estaría contraindicado. Hay unas toallitas especiales para el lavado ocular que resultan muy indicadas para evitar el contagio, además de extremar la higiene.

-Varicela, causada por un virus que provoca la aparición de granos típicos de color rojo y llenos de un líquido que extiende la infección por toda la piel. Suele iniciarse detrás de las orejas aunque puede aparecer en cualquier parte y debe ser diagnosticada por el pediatra. Es muy contagiosa desde antes de que aparezcan hasta que se secan las ampollas, por lo que si hay algún foco en la guardería, podemos esperar que nuestro hijo también la sufra y debemos acudir al pediatra al menor síntoma. El tratamiento es sintomático con lociones para aliviar el picor, analgésicos para el dolor (jamás aspirina u otro que contenga acetil salicílico) y antihistamínicos para reducir el picor. La vacuna es preventiva, pero el pediatra es el encargado de recomendarla.

A medida que los niños crecen, su sistema inmunitario se fortalece y se hacen resistentes a los ataques de microorganismos que en las primeras etapas les causaban serios problemas. Aparecen otras patologías que deben ser tratadas por los especialistas y se convierten en verdaderas epidemias debido al contacto continuado en las aulas (mononucleosis infecciosa, molusco contagioso, etc.)

Sea cual sea la edad del pequeño paciente y para evitar contagios indeseados, es recomendable:

-La presentación de la cartilla de vacunación de todos los niños que inicien su etapa escolar en la guardería, colegio, etc.

-Lavar las manos habitualmente

-Extremar la limpieza en los centros, tanto de las instalaciones como de los juguetes, mesas, sillas, cojines, etc.

-Mantener aisladas las zonas donde se cambian pañales, se usan orinales, se cocina, se come, se juega, etc.

-No enviar al niño enfermo aunque le haya bajado la fiebre porque le hemos dado un antitérmico al levantarse: ¡sigue enfermo!

- Guardar eficazmente la cuarentena recomendada para cada patología y no apresurar la vuelta a las aulas

-Utilizar el sentido común y no forzar la situación.

Aunque el estilo de vida actual lo hace complicado, se recomienda que el niño enfermo no acuda al centro de estudios hasta que esté totalmente curado. Por supuesto, es un foco contagioso para los demás, pero también él está más sensible y puede contagiarse de cualquier otra viriasis presente en sus compañeros. Los padres deben tener paciencia, mentalizarse con la situación y buscar mecanismos que hagan compatible la vida laboral con el reposo del enfermito. ¡Pobres abuelos!