Máscaras, esculturas, joyas de oro y piedras preciosas aztecas, mayas e incas componen un tesoro que haría las delicias de Indiana Jones y que los gallegos que acudieron a la exposición El espíritu de la América Prehispana pudieron contemplar en 1996 y 1997 gracias al patrocinio de la Xunta, comandada entonces por Manuel Fraga.

Dicha colección pudo quedarse definitivamente en Galicia, ya que al parecer a la Administración gallega se le ofreció adquirirla por unos 18 millones, aunque al final no se cerró el negocio. Aun así, se quedó dentro del territorio gallego, solo que encerrada en un almacén del que salió para acabar en Alemania. Sacarla sin permiso de España llevará a Leonardo Augustus Patterson, el hombre que organizó la exposición, a los juzgados compostelanos esta semana.

A este costarricense buscado por varios países y detenido por la Interpol en marzo en Barajas le pertenecía, supuestamente, parte de ese conjunto de unas 1.400 obras sin parangón en el mundo del arte. El acusado aseguraba cuando se presentó la exposición, hace 17 años, que había tardado décadas en reunir dicha antología. No obstante, su origen fue puesto en cuestión, dado su historia como marchante de arte. En 1984, por ejemplo, fue acusado por el FBI de intentar vender una falsificación maya a un coleccionista. La polémica también rodeó a la propia exposición, inaugurada por la Nobel de la Paz Rigoberta Menchú, ya desde el momento de su apertura. En 1996, arqueólogos alemanes pusieron en duda la autenticidad de alguna de las piezas incluidas en el repertorio.

Varios países tienen cuentas judiciales pendientes con Patterson. Su detención, en marzo, se produjo a petición de la justicia guatemalteca, que le acusa de haber sacado ilegalmente del país al menos 269 piezas arqueológicas mayas. Costa Rica también había reclamado 495 piezas de la colección, al igual que Perú o México.

La salida irregular de la colección Patterson de España -no entera, porque se quedaron las reclamadas judicialmente mediante comisiones rogatorias de varios países-, tras 11 años encerrada en una caja de seguridad de una empresa de mudanzas, llevará este jueves al coleccionista ante el juzgado.

El fiscal acusa a Leonardo Patterson de contrabando de arte y pide para él dos años de prisión y una multa de 60 millones, además de reclamar las piezas identificadas por la policía germana para el Estado español. La legislación otorga esa posesión al Estado porque las obras permanecieron durante más de diez años en el país. La colección entró en España con un permiso de importación que caducaba en mayo de 1997. En 2008 decidió trasladarlas a Munich sin pedir permiso al Ministerio de Cultura.