Felipe Criado Martín, uno de los más destacados pintores coruñeses de las últimas décadas, falleció el pasado viernes en su casa de Mera, en el municipio de Oleiros, a los 85 años. El artista había permanecido ingresado en un centro sanitario en los últimos días a causa de problemas de salud de los que no consiguió reponerse. Su larga carrera artística, que se extendió a lo largo de sesenta años, fue objeto de un homenaje que se le brindó en el Museo de Arte Contemporáneo el pasado mes de mayo, en el que se congregaron destacados poetas gallegos. Su cuerpo será incinerado en una ceremonia íntima por expreso deseo de la familia.

Criado nació en 1928 en Gijón, aunque él aseguraba que de forma accidental, y vivió casi toda su vida en Galicia, pese a lo que se lamentaba de no ser considerado como un artista gallego. En su infancia presenció el bombardeo de Santander durante la Guerra Civil, acontecimiento que le causó una honda impresión. Aunque comenzó la carrera de Medicina en Santiago, abandonó estos estudios para dedicarse al arte, a lo que contribuyó su amistad con el escultor Francisco Asorey, en cuyo taller comenzó su formación, que luego continuó en la Escuela de Artes y Oficios compostelana.

La Diputación coruñesa y la Universidad Central de Madrid becaron su estancia en la capital española para estudiar en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, donde tuvo como compañeros a Lucio Muñoz, Amalia Avia, Antoñito López Moría Moreno, Zarco, Alcorla e Isabel Quintanilla. En 1956 participó en su primera exposición de pintura y al año siguiente realizó el retrato de Asorey que se conserva en la Universidad de Santiago.

Al concluir sus estudios en ese centro visitó durante dos años los más destacados museos españoles y europeos, hasta que en 1961 se hizo con la cátedra de Anatomía Artística y Dibujo del Natural de la Escuela de Artes y Oficios de Santiago, que dirigió desde 1963 hasta 1966. Al año siguiente ingresó en el instituto coruñés Eusebio da Guarda como catedrático de Dibujo, al tiempo que abrió su estudio de pintura en la ciudad, donde también ejerció de articulista sobre temas artísticos y jurado de concursos.

En 1990 pinta un retrato de Gonzalo Torrente Ballester para la Diputación coruñesa y en 1996 ingresó en la Real Academia Gallega de Bellas Artes Nuestra Señora del Rosario. A lo largo de su carrera expuso sus obras en decenas de muestras individuales y colectivas en España y en países como Reino Unido, Chile, Brasil, Honduras y Argentina. Algunos de sus trabajos figuran en las colecciones del Museo do Pobo Galego, los museos de Bellas Artes de A Coruña y Oviedo, el Parlamento de Galicia, Universidad de Santiago, Museo Provincial de Lugo y Museo Municipal de Ferrol.

Otra de sus facetas artísticas fue la de muralista, en la que dejó muestras de su valía en las paredes de los institutos coruñeses Eusebio da Guarda y Diego Delicado y en el Hospital Universitario, además de en varios centros educativos de la provincia.

"Muchos cuadros que hice me gustan mucho, pero eso no me da pie para creerme lo que otros piensan", afirmaba sobre su obra en una entrevista en este periódico en mayo con motivo del homenaje que se le tributó. "El mundo que llevas encima sale a través de tu obra, mi empeño ha sido siempre de admiración a la mujer", explicó en esa ocasión acerca de la habitual presencia femenina en su creación artística