Está en cuarto de Arquitectura Técnica, aparejadores, apunta, y no hace demasiado tiempo que sabe que, por su discapacidad, podría contar con una ayuda a través de la ley de dependencia. La solicitó "hará un año y medio" y cree, por consultas que ha realizado, que podría llegarle en breve.

Su informe le reconoce un Grado II, nivel I (dependencia severa, si bien en la actualidad los grados ya no distinguen niveles a la hora de asignar aportación económica). Pablo José González López, de 22 de años y natural de Ourense, no tiene dificultades en casa; de hecho conduce vehículo propio y vive durante la semana en A Coruña para moverse a diario a la facultad. "Yo necesito la ayuda de una persona para ir a una biblioteca, por ejemplo, a una tienda, a una librería o para realizar mis recados. Sería como un asistente personal durante unas horas, profesional, me refiero. De este modo solucionaría cosas que solo no puedo hacer", comenta Pablo, que tiene distrofia muscular.

González López sabe que, en su caso, no ha esperado tanto como otros para obtener la ayuda si bien teme que, con la caída en la financiación de la ley, no pueda percibir la paga que le corresponde. Mientras, es su familia la que asume los gastos. "Creo que en brevé habrá una reunión en la Administración autonómica en la que podría entrar mi caso; es la última información que tengo", cuenta López, que en estos momentos pasa las vacaciones en su casa de Ourense. Apunta, a modo de anécdota, que sigue teniendo dificultades para acceder a los lugares. "Por ejemplo, el campus de A Coruña ha mejorado mucho en los últimos años; ahora tengo una plaza de aparcamiento en la entrada pero antes no y tenía que ir por un lugar por donde van los coches", recuerda Pablo José.