Hasta los más optimistas admiten que la salida de la recesión es una cuestión más importante a efectos de contabilidad general, que de impacto para la economía doméstica. Porque el bolsillo de las familias tardará en notar la incipiente y débil mejoría. El de 2013, de hecho, pasará a la historia como uno de los ejercicios más duros en el consumo por la percepción de que la crisis sigue y, sobre todo, el letargo del mercado laboral, que sigue en tasas récord de desempleo. Así que toca exprimir al máximo los ingresos que llegan, con una auténtica revolución en las pautas de gasto en la mayoría de los gallegos y la renuncia a cualquier desembolso que no sea esencial. Una tónica habitual en todos estos años de recesión en la comunidad, que parecía relajarse a mediados del año pasado, pero que, pese la vuelta del crecimiento económico, volvió a recrudecerse en el cuarto trimestre, según acaba de desvelar el Instituto Galego de Estatística (IGE).

Lo que explica, entre otras muchas cosas, que el volumen de hogares que llegan con mucha dificultad a finales de mes se dispare. En septiembre superaban ligeramente el 9%, alrededor de 95.000. En diciembre, como apunta la Enquisa de Condicións de Vida, la tasa escaló hasta el 15%. Casi 160.000 familias, con un incremento del 67% en solo un trimestre. A este grupo se une el 44% que lo hace con dificultad, frente al 40% -cuatro puntos menos que en septiembre- que afirma acabar sin complicaciones.

En función del tipo de hogar cambia, y mucho, la capacidad de resistencia. Las parejas sin hijos son los que parece que respiran con más tranquilidad. Más de la mitad cubren en mes con facilidad. La otra cara está en los hogares monoparentales, donde el porcentaje de los que llegan con dificultad o mucha dificultad se sitúa en el 77%.

La travesía por el desierto que supone esta larga crisis ha llevado a los consumidores gallegos a cambiar sus hábitos. Casi cuatro de cada diez optan por marcas blancas y productos en oferta para rebajar el coste de la cesta de la compra. Son cinco puntos más que en septiembre. O, lo que es lo mismo, un alza de 50.000 familias, hasta las 375.000. El incremento es bastante similar entre aquellas que aplican la contención en otro tipo de gastos, más allá de la alimentación, como la ropa y el calzado. El 28,8% impone austeridad.

Tal y como están las oportunidades de emplearse, la posibilidad de que alguno de los miembros se ponga a trabajar o aumente la jornada es un privilegio. Únicamente un 2,34%, según los datos del IGE, pueden tirar por este camino, mientras que lo que sí sigue creciendo y supone ya una de cada diez familias es la opción de recibir ayuda económica de familiares o amigos. El respaldo puede venir también de entidades financieras. Pero es mucho más escaso. Solo un 2,53% consiguen renegociar las condiciones de sus préstamos e hipotecas, otro crédito para gastos corrientes o aplazar pagos pendientes. Un índice, el de la morosidad, que vuelve a elevarse del 3,44% al 4,8%. Casi 500.000 hogares retrasaron el abono de recibos y cuotas en el último trimestre del pasado 2013.