"Alejandra está desbordada con todo lo que está sucediendo, es muy discreta y no le gusta nada la notoriedad". Lo dice alguien cercano a Alejandra Romero Suárez, heredera legítima del Ducado de Suárez, hija mayor de la difunta María Amparo (Mariam) Suárez Illana, primogénita del presidente Adolfo Suárez y según dicen, la hija con la que mejor se entendía, que de vivir hoy, seguramente ostentaría la distinción nobiliaria.

La joven abogada de 24 años ha conquistado estos días a los españoles con su imagen de chica seria y normal, siempre pendiente de su hermano Fernando, del que no se separó en los actos de duelo en memoria de su abuelo, fallecido el pasado 23 de marzo. Alejandra refleja un saber estar fruto de la educación que ha recibido y el entorno en el que ha crecido.

Vive en casa, bajo la tutela cercana de su padre, el economista Fernando Romero, viudo de Mariam Suárez, que después de unos años rehizo su vida. Acudió a un colegio religioso y posteriormente se graduó en Derecho. Algunos de sus familiares aseguran a este diario que la ilusión de su vida es ser una gran abogada. "Se ha preparado para ello, ese es su objetivo", indican.

Su novio, Álvaro, un joven profesional que no se separó de ella en el funeral por su abuelo y los días previos, es otro de los pilares en los que se apoya en estos momentos especiales de una vida en la que el sufrimiento por la enfermedad y posterior fallecimiento de su madre, en 2004, y de su abuela, en 2001, la han hecho ver muy de cerca el rostro del sufrimiento.

Ahora, tras el fallecimiento de su abuelo, Adolfo Suárez el pasado 23 de marzo, artífice de la transición española de la dictadura a la democracia, Alejandra se convierte en depositaria del título concedido por el Rey al que fuera presidente de España entre 1976 y 1981, por su abnegación y dedicación al país.

El monarca quiso otorgar al primer presidente de la democracia un título con Grandeza de España y transmisible a sus descendientes. El dato no es banal, porque no todos lo son. Fue una prueba más del afecto que el monarca profesaba al político de Cebreros (Ávila).

Alejandra Romero eligió la carrera de Derecho siguiendo los pasos marcados por su abuelo, su tío y su madre, que trabajó durante años en el bufete que montó Adolfo Suárez en la calle Antonio Maura.

El pasado 2 de marzo pronunció junto a su hermano Fernando el pregón del Carnaval de Cebreros. El joven llevó capa española, mientras que su hermana, clásica en el vestir, como queda de relieve en las fotos de los actos donde aparece con un sobrio abrigo y bolso tipo Chanel, que recuerdan a los que llevaba su madre, optó por mantón de Manila. Miró con orgullo a su hermano cuando parafraseó al presidente y dijo: "puedo prometer y prometo que volveré, porque Cebreros arde en fiestas... es Carnaval en el pueblo de mi abuelo". Estuvieron acompañados por su padre, Fernando, su tía Laura, y tres hermanos del expresidente -Hipólito, Ricardo y Carmen-, además del esposo de ésta, Aurelio Delgado.

Alejandra pertenece al Comité de Honor de la Asociación de la Defensa de la Transición, con sede en Ávila, que preside Andrés Casinello y es miembro del Comité Ejecutivo de la que es vocal, como Cristina Alberdi, y el exministro de Sanidad Enrique Sánchez de León, entre otros.

La futura duquesa acudió hace unos días a una audiencia con el príncipe de Asturias, de la que datan algunas de las pocas imágenes recientes de la joven, a la que sus cercanos definen como "sensata y normalísima".

Suele ir a las comidas mensuales a las que la entidad invita a una personalidad relevante relacionada con el periodo histórico que transformó España en una democracia parlamentaria. Por los almuerzos han pasado Felipe González y Alfonso Guerra, entre otros. "Está acostumbrada a tratar con gente mayor, perteneciente a la esfera pública.

Contra lo que pudiera parecer, no le interesa en absoluto la política", comentan quienes la conocen. Ha hecho una carrera muy brillante y trabaja en un bufete internacional, ubicado en el Paseo de la Castellana, centrada en cuestiones inmobiliarias.

"Su vocación es el derecho y no es nada vanidosa" añaden. Relatan que se parece a su madre en el carácter y en el físico. "Es una Suárez, le viene de raza, tiene ese carácter firme que tenía Mariam y es muy responsable". Está muy compenetrada con su hermano y con su padre.

La muerte del abuelo la ha afectado mucho. Es la nieta que ha tenido una relación más cercana con Suárez y con su abuela Amparo, que estuvieron muy pendientes de ella durante la enfermedad de su madre, con temporadas de tratamiento en Estados Unidos. Su entorno no contempla siquiera la posibilidad de que renuncie al título. "Lo lógico es que lo lleve ella". Y contra las especulaciones que se vierten con motivo de la sucesión en el ducado, los cercanos niegan la existencia de rencillas familiares. "A Alejandra le hace ilusión llevar el título y no hay discusión", apunta alguien que trata a la familia y no tiene más que palabras de elogio para la letrada.

Se da por hecho que, antes del 23 de marzo de 2015, Alejandra Romero ya será duquesa de Suárez. Si renunciase, sería su hermano el depositario. Si este a su vez siguiera los pasos de su hermana, el tercero de la lista sería su tío Adolfo Suárez Illana, el segundo hijo del matrimonio Suárez-Illana, y mayor de los dos varones. Porque la transmisión del título nobiliario no es automática.

Es necesario solicitarla ante el Ministerio de Justicia. Desde el día de la muerte de Adolfo Suárez se abre un año para que los pretendientes reclamen . Si nadie lo hiciese en ese plazo se abriría otro también de un año, para que lo verifique el que siga en orden de preferencia.

En caso de que tampoco hubiese solicitudes, lo que parece poco probable, se abriría un nuevo espacio de tres años en los que podría reclamar cualquiera que se considere con derecho, como especifica la norma española, la misma que en 2006 igualó los derechos de las primogénitas, hasta entonces, relegadas frente al varón.

Mañana Adolfo Suárez será despedido en la catedral de la Almudena en un funeral de Estado, con los máximos honores, el segundo de la democracia, tras el de Leopoldo Calvo-Sotelo. Muchas miradas se clavarán en la próxima duquesa, que si los pronósticos se cumplen, será duquesa a los 25 años, dos menos que los que tenía Cayetana Fitz James-Stuart cuando asumió la jefatura de la Casa de Alba en 1953.