Hoy viajan hacia Roma casi medio centenar de obras. Allí, en el Instituto Cervantes de la capital italiana, se reencontrarán con su creador, el pintor gallego Celso Varela, que el 12 de junio inaugurará su primera exposición en la Ciudad Eterna. "Para mí es una exposición especial al tratarse de una institución como el Instituto Cervantes, representante de la cultura española. Es un privilegio exponer allí porque no representaré solo a Galicia, sino a España", reconoce el artista. Celso Varela (Portas, Pontevedra, 1952) se sumará así a artistas plásticos de la talla de Eugenio Granell, cuya obra se ha expuesto en esta sede del Instituto Cervantes.

La ceremonia del milagro. Retratos y paisajes 2003-2014 es el título elegido por el pintor gallego para presentarse en Roma, un título extraído de un poema que Manuel Álvarez Torneiro, premio Nacional de Poesía 2013, escribió expresamente para esta exposición y que el poeta gallego titula Se ha parado la luz en las tablas de Celso. "Le gusta mucho la poesía y conectamos inmediatamente", afirma.

El artista gallego conoció a Álvarez Torneiro el pasado mes de noviembre, el mismo día en que Fina Casalderrey ingresaba en la Real Academia Galega (RAG). El poeta accedió a posar para él y aprovechó que asistiría al ingreso de la escritora pontevedresa para acercarse hasta su estudio. Su retrato es una de las obras seleccionadas para la exposición en el Instituto Cervantes, una selección realizada entre el propio artista y Tomás Paredes, presidente de la Asociación de Críticos de Arte de España, comisario de la muestra.

Un total de 45 obras -paisajes y retratos-, forman La ceremonia del milagro de Celso Varela, que recorre la trayectoria del artista en el último decenio, aunque prestando especial atención a su obra más reciente.

Pintor figurativo, en sus trazos se vislumbran influencias de los impresionistas, expresionistas y abstractos, aunque sin seguir la estela de ningún movimiento en concreto. "Mi obra tiene un poco de cada uno porque bebes de todo. Los artistas no vivimos en una cueva. Yo al menos, no. Sin embargo, nunca me dejé llevar por los movimientos artísticos. No soy un pintor de rebaño", comenta.

Reconoce el artista que para él el arte "es como una religión". "Es una pulsión interior, una necesidad incluso física, y a veces dolorosa", asevera este pintos pontevedrés, quien añade que a veces siente la necesidad imperiosa de coger el coche e ir hasta su pueblo natal, Portas, a pintar sus paisajes. "Si no hubiese sido pintor hubiese sido biólogo. Necesito estar en contacto con la naturaleza, es la que me inspira", reconoce.