La estructura de la comedia romántica clásica muta, pero el fondo sigue ahí. Ocurre con las Once (2006) y Begin again (2014) de John Carney o con la hípercitada 500 días juntos de Marc Webb: se mueven los moldes, se agita la fílmica y se plantea como algo diferente a, por ejemplo, las noventeras Algo que recordar (Nora Ephron, 1993) u Olvídate de París (Billy Crystal, 1995), aunque no lo sea tanto. En Amigos de más la premisa es muy sencilla: un triángulo amoroso que se compone de un "demasiado amigo" (Daniel Radcliffe), una "demasiado amiga" (Zoe Kazam) y el novio de ésta (Rafe Spall). Michael Dowse sabe los elementos que tiene y, en su sencillez, construye una película amable, bien planteada y, a ratos, secuestrada por las apariciones del bufón necesario al subgénero, en este caso interpretado por Adam Driver (otra de las bazas de la serie Girls de Lena Dunham).

La propuesta, por mucho que se empeñe el marketing, no descubre nada y, sorpresa, tampoco pasa nada. Se le agradece, especialmente a los que nos gusta la comedia romántica, que no se vaya el jabón de la mano y se agradece, además, el compromiso de sus actores principales con lo que cuentan. Dentro de sus limitaciones (pronto estrenará la arriesgada Cuernos, dirigido por Alexandre Aja), Daniel Radcliffe aguanta lo que no muchos niños actores consiguen: hacerse mayor con dignidad.