Nuestros ojos, los de estas generaciones del presente, están viendo cosas increíbles en la Iglesia católica. Vieron las resistencias vaticanas a un Papa santo y sabio, Benedicto XVI. Observaron cómo el Pontífice se retiraba en un acto de libertad y sinceridad inédito en la historia. Admiraron después la elección del Papa Francisco, y aunque se han sorprendido por los recientes nombramientos de Bergoglio en España, lo que están viendo ahora mismo es una formidable resistencia, inédita en su forma, a que el Sínodo de la Familia, que comienza el próximo cinco de octubre y continuará en 2015, reconduzca la pastoral con las personas cuyo matrimonio canónico ha fracasado y que han vuelto a formar una familia (matrimonio civil). Esas personas, al no haber obtenido la nulidad de ese primer compromiso, no pueden obtener el perdón sacramental ni acceder a la comunión eucarística.

A esa situación (más frecuente en la Europa central o en Latinoamérica que en España), el cardenal Walter Kasper le propuso en febrero de este año una salida que contó de inmediato con la simpatía del papa Francisco. La solución Kasper se formulaba de este modo: "¿Debemos negarle, después de un tiempo de nueva orientación, el sacramento de la penitencia y de la comunión a un divorciado vuelto a casar: 1) Si se arrepiente de su fracaso en el primer matrimonio; 2) Si ha aclarado las obligaciones del primer matrimonio y ha excluido de manera definitiva volver atrás: 3) Si no puede abandonar sin otras culpas los compromisos asumidos con el nuevo matrimonio civil; 4) Si se esfuerza en vivir al máximo de sus posibilidades el segundo matrimonio a partir de la fe y educar a sus hijos en la fe; 5) Si desea los sacramentos como fuente de fuerza en su situación?".

Inmediatamente, y apelando a la indisolubilidad del matrimonio, que es una de las columnas doctrinales de la Iglesia, varios cardenales, teólogos y diversos altos eclesiásticos negaron toda viabilidad a la solución Kasper. Desde ese momento floreció la "afectuosa hostilidad que rodea a Santa Marta" (la residencia del papa Francisco en el Vaticano), según ha descrito el historiador y vaticanista Alberto Melloni en el Corriere della Sera.

Pues bien, acaba de ver la luz, a poco más de dos semanas antes del Sínodo convocado por Francisco, el libro Remaining in the Truth of Christ: Marriage and Communion in the Catholic Church ("Permanecer en la verdad de Cristo: matrimonio y comunión en la Iglesia católica"), publicado por Ignatius Press, editorial de San Francisco fundada por un jesuita de orientación tradicionalista (también los hay). Cinco cardenales, verdaderos pesos pesados del Vaticano, escriben en sus páginas: Müller, prefecto de Doctrina de la Fe; Brandmüller, presidente emérito del Pontificio Comité de Ciencias Históricas; Burke, prefecto de la Signatura Apostólica; Caffarra, arzobispo de Bolonia, y De Paolis, presidente emérito de la Prefectura de Asuntos Económicos.

Recién publicado el libro, el propio Kasper, de 81 años, acaba de evocar en una entrevista de Vatican Insider (web del periódico La Stampa), que "durante el Concilio Vaticano II y el postconcilio existían resistencias de algunos cardenales a Pablo VI, pero no con esta modalidad organizada y pública. Si los cardenales, que son los colaboradores más cercanos del Papa, intervienen de esta manera nos encontramos frente a una situación inédita".

Una situación inédita que incluso ha podido asustar a alguno de los colaboradores del libro. El propio cardenal Müller ha reconocido ante sus más allegados que "el momento de distribución del libro ha sido desafortunado", según acaba de recoger el Corriere della Sera. Pero mientras el libro se gestaba, Kasper reformuló su propuesta en una conferencia que ofreció en Asís a comienzos de septiembre.

Su nueva pregunta ante el comienzo del Sínodo ha sido: "¿Es posible una comparación con el cambio que se produjo en el Vaticano II?". Y respondía: "El Concilio afirmó claramente que la Iglesia católica es la verdadera Iglesia de Cristo, sin dejar de añadir que más allá de los límites institucionales de la Iglesia no hay un vacío, sino elementos de eclesialidad". En efecto, esa reformulación del Vaticano II, que enervó al tradicionalismo, parecía abolir la idea de que extra ecclesiam nulla salus ("fuera de la Iglesia no hay salvación").

En consecuencia, Kasper se pregunta si "¿no hay quizás elementos del sacramento del matrimonio también en la boda civil cuando se vive de manera cristiana?", a lo que agrega "el hecho que un cristiano puede fracasar en su primer matrimonio" y que "para la misericordia de Dios es impensable dejar caer a una persona en un pozo sin ninguna salida".

¿Está el papa Francisco afectado por el frente de cardenales contra Kasper? Algunas vagas informaciones indicaron recientemente que a Bergoglio no le había gustado la publicación de ese libro. Sin embargo, el referido Melloni alegaba que "esa afectuosa hostilidad la recibe el Papa con jesuítica indiferencia". Hay que anotar que la indiferencia de los Jesuitas no consiste en que las cosas le resbalen a uno, sino en que, una vez puestos los medios, por ejemplo, para tomar una decisión, ésta se produzca según la voluntad de Dios. Y prueba de que Francisco no elude la confrontación teológica es que los cardenales Müller, Burke o Caffarra estarán presentes en el Sínodo