La gestión frente al primer contagio de ébola fuera de África, el de la enfermera lucense Teresa Romero Ramos, avanza a pasos agigantados hacia lo calamitoso. Desde la propia enferma a la ministra Mato nada parece haber funcionado. Un aviso tardío, problemas de comunicación interna, hospitales y personal no preparados, una rueda de prensa que rozó lo absurdo, trajes que no servían, un consejero de Sanidad en incontinencia verbal y un Ministerio sin reflejos componen un cuadro demoledor con antecedentes oscuros: dos españoles infectados y los dos fallecidos.

ESeis días sin reacción. Teresa Romero había estado en contacto directo con el misionero Manuel García Viejo en el hospital Carlos III. Le tocó entrar al menos dos veces en aquella habitación aislada. El religioso murió el 26 de septiembre, la enfermera comenzó a tener décimas de fiebre y malestar el 30, pero no ingresó en el hospital, por Urgencias, hasta la madrugada del día 6. Estaba de vacaciones, hizo vida normal e incluso fue a la peluquería a depilarse. No es de extrañar que el Ministerio de Sanidad tuviera ayer a más de 80 personas en vigilancia. A Teresa Romero le faltó agilidad para prever que algo grave le podía estar ocurriendo. "No pensé que fuera ébola hasta el último momento, esas cosas no se piensan nunca", dijo. Pero el sistema de seguridad hizo agua por todos los sitios.

EUn médico 'gigante'. En una carta enviada a las autoridades sanitarias, el facultativo que atendió a Teresa Romero en el hospital de Alcorcón, Juan Manuel Parra, señala que el traje de protección le quedaba corto. Se refería a las mangas. La contestación del consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, en declaraciones a Radio Nacional, no tuvo desperdicio: "Es que es un médico de importante envergadura, casi dos metros, y no tiene una talla normal".

EEnterarse por el móvil. Una enferma de ébola hablando por el móvil con diferentes medios de comunicación desde su habitación aislada. Teresa Romero tuvo anteayer conversaciones con periodistas en las que entre otras cosas aseguró que supo de su enfermedad a través de esos medios a los que tiene acceso. "Me enteré de que tenía ébola por el móvil, nadie me lo dijo a la cara", señaló.

ECinco horas de espera. El médico de Alcorcón se incorpora a su guardia hospitalaria a las 08.00 horas del día 6. Teresa Romero ya estaba en una habitación de aislamiento. A media mañana se solicita permiso para realizar un análisis de ébola, que da positivo. Se hace posteriormente un segundo análisis confirmatorio. "Del doble positivo vuelvo a enterarme antes por los medios de comunicación que por la autoridad competente". Ya había ocurrido lo mismo con los resultados del primer análisis. A las siete de la tarde se le informa a Parra de que "se va a proceder al traslado de la paciente", pero la ambulancia camino del hospital Carlos III llega a las doce de la noche.

EA seguir currando. Parra fue el único médico que a lo largo del lunes, día 6, trató directamente a Teresa Romero en el Hospital de Alcorcón, junto al personal de enfermería. Asegura que acude en al menos doce ocasiones a la habitación de la enferma e incluso ayuda a su traslado hasta la ambulancia. Se conocía ya el doble positivo de la enfermera. Parra escribe: "En todo momento sigo avisando de su situación y se me pide continuar con la labor clínica". Queda la duda: ¿con la labor clínica de urgencias con otros enfermos? Fue el propio Juan Ramón Parra quien tomó la decisión de ingresar anteayer en el Carlos III para mayor control.

ELas acusaciones del consejero. Mientras el presidente Rajoy y la ministra Mato pedían a la oposición no generar polémicas, el consejero de Sanidad de Madrid, del PP, acusaba anteayer a la enfermera Teresa Romero de "mentir". Y lo hacía en sede parlamentaria. Rebajó después el tono para asegurar que "no dijo toda la verdad". Y tras lo que se supone un rapapolvo interno calificaba ayer sus declaraciones de "desafortunadas". Más perlas, también de ayer: "Para explicar cómo se pone o se quita un traje no hace falta hacer un máster" o "Tan mal no estaría cuando fue a la peluquería", en alusión a la enfermera enferma gravemente.

EComo para salir corriendo. Lunes, 6 de octubre, a última hora de la tarde. Teresa Romero seguía en el Hospital de Alcorcón. La ministra Ana Mato convocó una rueda de prensa cuyo contenido y puesta en escena fueron desafortunados. La ministra de luto, negro riguroso. "Fue una rueda de prensa de susto", declaró horas más tarde la líder de UPyD, Rosa Díez. Nadie pudo concretar casi nada y la comparecencia de la ministra y los principales altos cargos de Sanidad alarmó más que tranquilizó.

ECámaras que no graban. Nunca se sabrá cuál fue el momento del contagio porque las cámaras instaladas en la zona de seguridad del Hospital Carlos III no graban. "Ven" pero no queda registro. Había cámara en la habitación del religioso García Viejo pero no sirven. Ahora, el Ministerio de Sanidad dice que cambia el protocolo y que lo mejor es grabar.

E'Excálibur', víctima del pánico. La imagen de los policías con los congregados que pedían que no se matara a Excálibur, el perro de Romero, dieron la vuelta al mundo. Tres heridos en la refriega. Con Excálibur las autoridades sanitarias demostraron pánico porque son muchas las voces que califican de innecesario (o al menos precipitado) el sacrificio de la mascota.

EUna ambulancia a pleno rendimiento. Pasadas las siete de la mañana del lunes una ambulancia convencional recogió a Teresa Romero en su domicilio. Ella puso en antecedentes a los dos operarios, que llamaron a coordinación manifestando su inquietud ante la posibilidad de ébola. No se cambiaron los planes. La ambulancia siguió rodando por Madrid horas y recogió al menos a siete pacientes. Solo cuando se confirmó la enfermedad seria de Teresa Romero el vehículo fue inmovilizado y desinfectado. Otra vez tarde.

EAislado, en la ventana. La imagen de ayer de Julio Limón, el marido de Teresa, una de las personas que se mantienen hospitalizadas bajo riguroso control, da que pensar. Ventana abierta y él medio asomado. ¿Hay realmente aislamiento? ¿Se salta?