Si Excálibur -el can de la auxiliar de enfermería gallega enferma de ébola- fuera un perro en Alemania o Estados Unidos y no español, probablemente hubiera tenido un periplo vital diferente. Solo en lo que concierne a su seguimiento, habría sido llevado a un animalario de máxima seguridad para su análisis y control; y no sacrificado sin saber si padecía la enfermedad.

El presidente del Colegio de Veterinarios de Pontevedra, Luis Núñez Desiré, explicaba ayer que "en otros países como Alemania y Estados Unidos, tienen lo que se llama animalario de nivel cuatro, que es el de máxima seguridad, con una entrada a través de esclusas, con dobles filtros con una eficiencia para capturar virus y bacterias de más del 99,99% cada uno, con presión negativa con respecto a la atmósfera para que no se salga el aire; así como duchas químicas para desinfectar, incineradores para la destrucción de cadáveres y un largo etcétera que hubiera hecho posible un seguimiento de la evolución del animal y su posible contagio por el virus ébola, sin poner en peligro a seres humanos".

"Por desgracia no tenemos este tipo de centros en España, pues disponemos del Centro de Investigación en Sanidad Animal de Valdeolmos en Madrid, pero no alcanza esos niveles de seguridad", apuntó Núñez.

El veterinario reconoció que se trata de "un asunto complicado" pero que "si tuviese capacidad de decisión quizás me hubiese decantado por poner al animal en cuarentena para hacerle un seguimiento y que los datos que se fuesen obteniendo se usen para estudiar qué papel juegan este tipo de mascotas en la propagación del ébola".