Evitar que existan grandes diferencias entre parroquias a la hora de cobrar por la administración de un sacramento. Este es el objetivo con el que las cinco diócesis gallegas acordaron, el pasado mes de marzo, unificar las tasas que los feligreses deben abonar por servicios como una misa por un difunto, un funeral o una boda. Se trata de las tarifas máximas que se pueden cobrar y que se actualizaron tras 12 años congeladas. Pero la teoría, no siempre se lleva a la práctica. Párrocos de A Coruña y su comarca aseguran que poco ha cambiado la situación con esta actualización ya que cada sacerdote ajusta las tarifas "a la realidad de su parroquia" e incluso hay zonas en las que los sacerdotes apuestan por no cobrar por determinados servicios.

El Arzobispado de Santiago justifica la existencia de unas tasas para los fieles porque "la Iglesia, para poder llevar a cabo su misión pastoral en cada comunidad parroquial necesita de medios económicos que han de provenir de los miembros de la misma comunidad". Eso sí, en la misma orden en la que se actualizan las tasas, advierte a los sacerdotes de que han de "evitar todo afán o especulación lucrativa, predominando la dignidad de culto" y aboga por que las parroquias "sustituyan el sistema de aranceles y ofrendas con otras formas de colaboración económica de los fieles (...), desconectándolas de determinados actos de culto".

Con estos preceptos bajo el brazo, la diócesis fija las tarifas máximas que se pueden cobrar por servicios que divide en tres tipos: celebración de misas; exequias y aniversarios, y matrimonios. De este modo, el precio máximo de una misa manual -es decir aquella que se encarga por una intención concreta, generalmente, por un difunto- es de 10 euros. Quienes prefieran encargar un novenario -nueve misas por una intención- apenas ahorrarán dos euros de pedirlas sueltas: el coste es de 98 euros. Y quienes opten por misas gregorianas -homilías que se celebran durante 30 días seguidos tras la muerte de una persona- deben abonar 320. La tarifa se encarece cuando son misas solemnes, es decir, en las que hay canto y ministros sagrados (el diácono, por ejemplo) acompañan al sacerdote que la celebra. En este caso, la asistencia y aplicación de la misa supone un desembolso máximo de 40 euros a los que hay que sumar 30 euros por cada sacerdote de más que asista y 25 si hay sacristán.

En la práctica, las tasas son solo una orientación. "Son una referencia, pero en realidad se trata de donativos a la parroquia, incluso hay algunas que ya no tienen estos aranceles", señala el párroco de San Francisco Javier y Nuestra Señora del Pilar en A Coruña, Severino Suárez, quien añade: "La actualización de tasas apenas ha influido en la ciudad, eran similares en todas las parroquias, pero el arzobispado tiene una organización compleja y así se unifican en toda Galicia". La misma idea comparte el párroco de San Pedro de Visma, Simón Castro, quien asegura que apenas ha variado las tasas. "Sigo cobrando lo mismo", señala y añade: "Yo les enseño el cuadro con las tarifas, les digo que esto es lo establecido, pero que ellos me den lo que quieran". Más rotundo se muestra el párroco de Xestoso, Luis Rodríguez, quien asegura que hace años que solo pide "tres euros" por las misas y rechaza poner tarifa a bodas o bautizos. "Los sacramentos no se pueden cobrar porque sino parece que estamos comprando y vendiendo a Cristo", indica, y pide a sus compañeros de profesión que eviten ciertas frases como pedir "la voluntad" ya que "en realidad es una forma de obligarles a pagar". "Yo cuando me preguntan les digo: 'me debes mil euros' para que vean que no les voy a coger nada", sostiene, y deja claro: "Los sacramentos no se cobran, pero sí otros servicios como expedir un certificado".

La tabla de tasas del arzobispado continúa con las tarifas para exequias y aniversarios: 20 euros por levantamiento y conducción del cadáver, 15 si solo es el levantamiento; 30 por asistencia al acto fúnebre y diez más si además se oficia el acto. "En mi caso solo cobro si tienen seguro porque sino se lo lleva el seguro y muchas veces se lo doy a los familiares", indica Luis Rodríguez, quien asegura que también le explica a la familia que si quieren la presencia de más sacerdotes "hay que pagarles".

Las últimas tarifas fijadas son para las bodas: 20 euros por preparar el expediente, 40 por asistir y oficiar el matrimonio y 35 si es en una parroquia diferente. Además, cualquier certificación tendrá un coste máximo de cinco euros.

Unos precios orientativos que, según el Arzobispado, hay que obviar cuando los feligreses no puedan hacer frente a ellos. "Los servicios serán gratuitos para aquellos fieles que no puedan satisfacer las ofrendas regladas", indica la diócesis. Algo que párrocos coruñeses aseguran cumplen a rajatabla. "Si no pueden pagarlo no pasa absolutamente nada, ya hay parroquias que no tienen estos aranceles", señala Severino Suárez. "Si la gente tiene problemas no se les cobra", añade Simón Castro. Luis Rodríguez lo tiene claro: "Hay que ver la manera en que vive la gente, si tiene o no problemas a la hora de fijar las tasas".