La gallega Teresa Romero trata de recuperar la normalidad que anhelaba en su vida diaria, donde las muestras de cariño hacia ella se suceden. Para alcanzar esa quietud, la primera contagiada de ébola fuera de África decidió salir a media mañana de ayer a dar un paseo por su pueblo natal, Becerreá (Lugo), acompañada en todo momento por su marido, Javier Limón.

Todos los vecinos que se han cruzado con ellos les han sonreído sin cesar y han sido generosos con los abrazos. Teresa, bien abrigada para superar el frío de la montaña de Lugo y ayudada por una especie de bastón, dado que su debilidad todavía es evidente, caminó por diferentes calles de Becerreá de paso que hacían unas compras. La gallega recibe todo tipo de signos de cariño y ayer mismo llegaba un ramo de flores a la casa de su madre. Tanto Romero como su marido piden tranquilidad para poder descansar estos días.