"Este premio no es solo para mí es para los niños olvidados, para los niños asustados que quieren la paz. Para los que no tienen voz pero quieren un cambio... Estoy aquí para defender sus derechos y que su voz sea escuchada", afirmó ayer la joven paquistaní Malala Yousafzai al recibir el Nobel de la Paz junto al activista indio Kailash Satyarthi. A sus 17 años Malala, a quien los talibanes intentaron asesinar en 2012 cuando viajaba en un autobús a la escuela, se ha convertido en la galardonada más joven de la historia del Nobel. "Cuento mi historia no porque sea única sino porque no lo es. Es la historia de muchas niñas".

"Voy a continuar en esta lucha hasta que vea a todos los niños en la escuela", indicó, y añadió: "No es hora de sentir pena, es hora de pasar a la acción". Malala, ataviada con el tradicional traje paquistaní y un pañuelo rojo, agradeció a su padre que no le haya cortado las "alas" y a su madre haberle enseñado a "ser paciente" y a "decir siempre la verdad". La joven, que viajó a Oslo acompañada de varias activistas, destinará el dinero del premio a su fundación, para la construcción de escuelas en Pakistán.

Malala también condenó los abusos que sufren los menores, sobre todo el trabajo infantil y los matrimonios concertados. Precisamente la tarea que desarrolla en este campo es el que le valió el Nobel a su compañero de galardón, el indio Kailash Satyarthi, de 60 años, a quien se le atribuye haber salvado a 80.000 niños del trabajo en condiciones de esclavitud. El Nobel de la Paz ha premiado, este año, los derechos de los niños.

Durante la ceremonia, un joven portando una bandera de México con una mancha roja en el medio irrumpió en el escenario para dirigirse a la galardonada. Fue detenido por agentes de la policía noruega. La bandera que llevaba el joven tenía una mancha roja en el centro, y según varios canales noruegos, antes de ser apartado pidió a Malala que no "olvidase" a México.