Su abogada, Carmen Ventoso, ya lo había advertido. El exelectricista de la catedral se "reservaba" para el juicio oral. Y ayer llegó el momento. Sentado frente al tribunal, y tras explicar al presidente de la sala que no se sentía "bien" y que solo respondería a "unas pocas" preguntas de su defensora, Manuel Fernández Castiñeiras rompió su silencio y lo hizo para asegurar que el dinero que guardaba en sus propiedades (1,7 millones de euros) es fruto de su trabajo y para desmontar la versión que él mismo había ofrecido al juez que instruyó la causa, José Antonio Vázquez Taín, tras su detención en julio de 2012, sobre el robo del Códice Calixtino. Si entonces confesaba ser el autor de la sustracción, ayer contestaba a una de las cuestiones de su abogada, "¿vio en algún momento usted el Códice Calixtino?", con un escueto "no".

El exelectricista de la catedral fue más allá al afirmar que, pese a que es consciente que declaró ante un juez, "no" recuerda el contenido de lo que dijo. Sí recuerda, no obstante, que se sintió "maltratado", que el juez "se burló" de él y que "no" declaró "libre y voluntariamente" (palabras de su abogada), sino que lo hizo porque su mujer y su hijo "estaban detenidos". "Me dijeron que si no declaraba estarían en prisión largo tiempo y me dijeron que declarara porque habían ya encontrado el Códice", aseguró a la letrada en una de las pocas respuestas que no fueron lacónicas y que solo consumieron en total siete minutos del tribunal. También indicó que había sido informado del hallazgo de la obra por la policía cuando estaba en el calabozo.

Tras su comparecencia, no obstante, se enfrentó, poniéndose las gafas y alzando la cabeza de vez en cuando, a su yo del pasado durante el visionado de su declaración ante Taín en 2012, en la que confiesa que fue él quien cogió de la catedral el manuscrito al ver la puerta abierta de la sala donde se guardaba. "Aproveché la ocasión", aseguró al juez, antes de explicar que buscaba una "revancha" hacia el deán de la basílica.

Precisamente será José María Díaz el primero en abrir hoy el desfile de testigos de la causa. Al respecto, indicó a Taín que tenía una buena relación con el entonces deán de la catedral, de "tío y sobrino", y que "siempre" le ayudó hasta que "de repente cambió". Justo cuando Castiñeiras empezó a reclamar que el templo le debía 43.000 euros por varias chapuzas en el templo.

Pero el extrabajador de la basílica no solo se sienta en el banquillo por el Códice, sino también por la intervención en sus propiedades de 1,7 millones de euros. En esa dirección apuntó su abogada al preguntarle si había trabajado -respondió que sí, que desde 1965 hasta 1982 lo había hecho en varias empresas y desde ese año en la catedral- y qué hacía con el dinero que ganaba y que recibía de la basílica "en mano siempre", según dijo Castiñeiras. "Lo guardaba en casa", respondió, y a veces, añadió, hacía algún favor a la "gente necesitada". El exelectricista defendió rotundamente, con un "sí, claro", que en el caso de que se encontrase dinero en su casa podría tener origen en su trabajo.

El interrogatorio de Ventoso también cuestionó el registro realizado en su domicilio. Castiñeiras rememoró el momento de su detención: "Venía de tomar un café y me detuvieron junto a la catedral", contó. Lo llevaron hasta O Milladoiro y el juez le pidió abrir la puerta. Su mujer e hijo, explicó, llegarían después, pero "ningún abogado" fue a hablar con él para explicarle la situación.