Un técnico de la empresa de montajes eléctricos acaba de reconocer al tribunal que juzga el robo del Códice Calixtino, que en el albarán que realizó a la catedral por el equipo que incluía una cámara para el despacho del que fue administrador de la basílica, Manuel Iglesias, solo consta específicamente un sistema de automatización de luces aunque también había instalado una cámara de vídeo y un sistema grabador. El técnico explicó que el entonces administrador "no" quería que se supiera que había instalado la cámara.

Iglesias reconoció durante su comparecencia la semana pasada que había detectado la falta de dinero en la caja de la basílica en torno a 2003 pero que no había comunicado sus sospechas o denunciado a la policía para no generar alama y con la esperanza de encontrar por sí mismo al responsable de las sustracciones. El excontable de la basílica, Pedro Ceán, también confirmó los descuadres y el "silenciamiento discreto" que existía en torno a esos asuntos en el Cabildo. -Iglesias, según señaló él mismo, solo había informado al entonces deán, José María Díaz, y tampoco le había facilitado detalles.

Las grabaciones realizadas por esa cámara fueron cuestionadas por la defensa de Manuel Fernández Castiñeiras, quien pidió la nulidad de la prueba, aunque en la sesión dedicada a cuestiones previas el tribunal no lo aceptó. Aparentemente las imágenes muestran al principal acusado hurgando en la caja fuerte del despacho del administrador.

En lo que va de mañana, en una declaración relámpago, han desfilado ya ante el tribunal dos restauradoras que confirmaron sus informes solo el estado del Códice tras su recuperación. Una de ellas, Agueda Rosa Guardia, indicó que los periódicos en los que estaba envuelto lo protegían de los cambios de temperatura y humedad, que es lo que, señaló, "lo perjudica". A lo largo de la mañana se producirá la declaración de otros cuatro testigos. La comparecencia de Luis Quinteiro, obispo de Tui-Vigo, prevista para primera hora junto con la de otros dos testimonios, no tendrá lugar después de que renunciase a ellos la defensa de Manuel Fernández Castiñerias. Todos los testigos que quedan hasta el final de las testificales son a petición de su letrada.