A los ya de por sí escarpados obstáculos que cualquiera afronta hoy para engancharse al mercado laboral y sobrevivir en él, las personas con discapacidad añaden sus propias limitaciones físicas o psíquicas y las habituales barreras que además tiende a levantar el resto de la sociedad. Por eso el colectivo, rota ya la relación con el peyorativo concepto de minusválido, se esfuerza en matizar una y otra vez la diferencia entre tener discapacidades y ser un discapacitado. El lenguaje, sin embargo, es solo la punta del iceberg del grave problema aún de exclusión que sufren y que se traduce en su bajísima empleabilidad. En Galicia, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, apenas un 30,5% de la población con discapacidad era activa en 2013. O bien trabajaba o quería hacerlo. Es la tasa más reducida del Estado, con una caída de casi tres puntos respecto al ejercicio anterior y el menor nivel desde 2009. El pasado 2014, sin embargo, asoma lo que podría ser un cambio de tendencia. Aún en plena crisis, los contratos dentro de los llamados grupos especiales se dispararon un 36%, hasta los 3.778. El mejor dato de la historia.

La contratación a personas con algún tipo de discapacidad en Galicia registra el tercer mayor crecimiento del conjunto del país y prácticamente dobla la media nacional, que se situó en el 19%, como refleja el balance del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Solo aventajan esta cifra las regiones de La Rioja (58,6%) y Castilla-La Mancha (40,9%). Entre las que más aumentan están también Canarias, con un 26,3%; Cataluña y Valencia, por encima ambas del 22%; y alrededor del 20% en Madrid y Baleares. La otra cara son Asturias, donde el alza fue del 7,2%; y Cantabria, con únicamente un 1,5%.

La destacada variación experimentada en la colocación del colectivo en la región es insuficiente para aligerar la enorme distancia que le separa de los números que en teoría le corresponderían, por ejemplo, en función del tamaño del Producto Interior Bruto (PIB). Galicia es la sexta economía española, pero en contratación a personas con discapacidad cae al noveno lugar por detrás de territorios con una dimensión de población menor.