“Una pastilla. Todo es posible”. Así se promocionó Sin límites, una película de Robert de Niro en la que un aspirante a escritor que sufre un bloqueo crónico al redactar su libro, consume una droga experimental que le permite usar el 100% de su cerebro. El resultado de usar todo su potencial cognitivo es el éxito. Gracias a la droga, el protagonista (Bradley Cooper) pasa de estar desmotivado y desorganizado a convertirse en un tipo súper enfocado y con gran confianza en sí mismo.

El mismo año del estreno de ese filme, una noticia hacía saltar las alarmas sobre las conocidas como smart drugs en las universidades estadounidenses. En Estados Unidos, el 25% de los alumnos universitarios tomó un fármaco para la narcolepsia con el objetivo de mejorar su rendimiento académico, según reflejó la BBC. Una encuesta practicada por la revista Nature entre 1.400 adultos encontró que uno de cada cinco había consumido modafinilo (Ritalin, Provigil) y no para tratar alguna condición médica, sino para mejorar su concentración o su memoria.

En España se comercializa como Modiodal y solo bajo estricta receta médica. Ahora, los datos llegan del Reino Unido. En la Universidad de Cambridge, una de las drogas inteligentes más populares es, precisamente, el modafinilo, empleado por numerosos estudiantes para lidiar con la fatiga durante la temporada de exámenes. Estos fármacos conocidos popularmente como Viagra para la mente sirven para estar más concentrados. Según un estudio de la Universidad de Cambridge, al menos el 10% de los estudiantes las han tomado alguna vez. Fuentes consultadas en dicho campus apuntan a que “un 26% de los estudiantes la toman, y parece que la droga es más popular entre los estudiantes de Oxford con respecto a los estudiantes de otras universidades inglesas”.

En España aún no hay constancia —ni datos— de su uso en facultades y con una finalidad educativa, quizás por la más estricta restricción a la hora de prescribir el fármaco, solo con receta. Pero, ¿qué opinan los expertos que prescriben el fármaco diariamente?

El presidente de la Sociedad Galega de Neuroloxía, Miguel Llaneza, explica que este fármaco “induce a estar más tiempo despierto, sin los efectos secundarios de otros que se usaban en ámbitos de estudiantes como las anfetaminas y que sí tienen otros efectos secundarios mucho más graves”. Como neurólogo explica: “Lo uso en la práctica diaria para esclerosis múltiple, cansancio y fatiga asociadas a una enfermedad neurológica. Se usa mucho para ataques de sueño y pacientes con narcolepsia, con hipersomnia y somnolencia excesiva diurna”.

Con respecto a los efectos secundarios, el experto matiza: “No debemos perder de vista que es química, un producto que va a tener unos efectos que podrían ser perjudiciales. No existe el fármaco ideal, que solo tenga ventajas. Su mecanismo de acción es poco conocido aún, y no son frecuentes los efectos secundarios: solo náuseas o un poco de dolor de cabeza o insomnio”. Aún así, el experto recuerda que el último comprimido de los que se dan a los pacientes se indica que no se tome más tarde de las 17.00 horas de la tarde, para que no provoque insomnio.

Hay casos relatados a medios como The Daily Mail en los que un alumno describe jornadas de estudio de hasta 12 horas sin levantar la vista de los libros: “Estás totalmente concentrado”. El amplio paraguas de las smart drugs incluye de todo, desde el aceite de pescado hasta medicamentos sujetos a receta médica, como ese.

El neurólogo gallego valora que “si el sujeto lo expresa así, será porque lo ha vivido, pero nuestra experiencia y la de los colegas en ese sentido es relativa”. ¿A qué se refiere Llaneza? “Los pacientes solo nos dicen que se encuentran más activos, más dinámicos” —añade— “pero lo estamos usando en pacientes enfermos, con una enfermedad neurológica”. ¿Qué ocurre con pacientes sanos? Está sin estudiar y evaluar científicamente.

Una opinión similar mantiene el coordinador del Grupo del Sueño de la Sociedad Española de Neurología, Hernando Pérez. “El modafinilo es estimulante y se prescribe mucho para narcolepsia o somnolencia diurna excesiva” por lo que no le resulta descabellado pensar en su uso tanto a la hora de preparar oposiciones, como de un estudio intensivo. “Es una descarga adrenérgica, va a tener a nuestros sentidos más despiertos y mejorar la atención, al menos ese día. Pero cuando administramos esos fármacos los separamos con ocho horas, porque son estimulantes y si no, provocan insomnio”, advierte.

El neurólogo experto en sueño asegura que aún no hay “datos de consumo, ni se manejan cifras de prevalencia y en España” de este tipo de fármacos, “porque uno tendría que tener a alguien que se lo reserve y se lo suministre; ya que no sabemos si se puede conseguir por internet”. Pérez califica ese uso para aumentar rendimiento académico, como “dopaje cognitivo”. Y matiza: “No lo recomendamos. Puede tener efectos secundarios, además de su efecto estimulante: taquicardia, confusión, dolores de cabeza e hipertensión arterial. También podría sufrir una crisis de ansiedad o insomnio brutal; nunca lo recomendaría en un sujeto sano para aumentar rendimiento”, afirma.

Sin embargo, y con respecto a la dependencia que podrían generar estas drogas inteligentes, los expertos coinciden en que la adicción es más fuerte en anfetaminas como el metilfenidato, con más tasas de dependencia. A los pacientes a los que se lo suministran, los someten a controles cardiológicos y a largo plazo, pero podrían tener problemática cardiovascular si se toman sin control médico.

¿Habría que penarlo en lo académico? Los neurólogos prefieren no posicionarse sobre cuestiones éticas.