Las muertes por caídas fortuitas ya duplican en Galicia a las registradas en accidentes de tráfico, y casi igualan a los suicidios, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes a 2013, que revelan que ese año se contabilizaron en la comunidad gallega un total de 321 fallecimientos por esa causa, frente a los 143 decesos que se produjeron en las carreteras, a los que habría que sumar medio centenar de muertes más por otros "siniestros de transporte".

Galicia se sitúa, según el INE, a la cabeza de España en fallecimientos de ese tipo -por encima de Madrid (305), Cataluña (264) o Andalucía (264), con mucha más población-, que se incrementaron un 115% en una década. Las caídas accidentales suponen, además, la segunda causa de muerte por "motivos externos" en la comunidad gallega, es decir, al margen de los decesos naturales o por enfermedad, sólo superada por los suicidios, un total de 333 en 2013. La mayoría de los fallecidos al golpearse tras resbalar o tropezar superaba los 65 años (274, el 85%), y la franja de edad en la que se registraron más muertes de ese tipo, un total de 76, es la situada entre los 85 y los 89 años. En el último año contabilizado por el INE, sólo un menor perdió la vida en la comunidad gallega por esa causa.

A Coruña es la provincia gallega que registra más muertes por caídas accidentales, un total de 116 en 2013, seguida de cerca por Pontevedra, con 108. A bastante distancia se sitúan Lugo, con 51 fallecimientos por esa causa en 2013, y Ourense, con 46. Del total de fallecidos, 167 fueron mujeres y 154, hombres.

La elevada mortalidad por caídas fortuitas, principalmente en adultos mayores, no es, sin embargo, un problema exclusivo de la comunidad gallega. Desde octubre de 2012, la Organización Mundial de la Salud (OMS) viene alertando de que ese tipo de accidentes son "un importante problema mundial de salud pública". La OMS calcula que, cada año, se producen unas 424.000 caídas mortales, siendo la segunda causa mundial de fallecimiento por lesiones no intencionales, por detrás de los traumatismos causados por el tránsito. Estima, además, que más del 80% de esos decesos se registran en países de bajos y medianos ingresos, y que más de dos terceras partes se producen en las regiones del Pacífico occidental y de Asia sudoriental, y confirma que las mayores tasas de mortalidad por esta causa corresponden, en todo el mundo, a los mayores de 60 años.

La OMS alerta, también, de que cada año se producen 37,3 millones de caídas que, aunque no sean mortales, requieren atención médica y suponen la pérdida de más de 17 millones de años de vida ajustados en función de la discapacidad (AVAD). La mayor morbilidad corresponde a los mayores de 65 años, a los jóvenes de 15 a 29 años y a los menores de 15.

Ante este panorama, el organismo sanitario internacional hace especial hincapié en la importancia de desarrollar programas de prevención de las caídas en los ancianos, dirigidos a identificar y modificar los riesgos, con medidas como el examen del entorno donde viven; intervenciones clínicas, como el examen y modificación de la medicación, el tratamiento de la hipotensión, la administración de suplementos de calcio y vitamina D o el tratamiento de los trastornos visuales corregibles; evaluación del domicilio y modificación del entorno en casos con factores de riesgo conocidos o antecedentes de caídas; prescripción de dispositivos asistenciales apropiados para paliar los problemas físicos y sensoriales; fortalecimiento muscular y ejercicios de equilibrio prescritos por profesionales sanitarios con formación adecuada; o programas grupales comunitarios que pueden incorporar componentes como la educación para prevenir las caídas y ejercicios del tipo del taichi o de equilibrio dinámico.