La primera reválida del curso, la de 6º, finalizó ayer tras tres días, unas 180 preguntas -en seis casos redacciones para comprobar las destrezas escritas en lengua española, gallega y extranjera-, y seis horas de examen, sin contar explicaciones ni descansos, aunque en la práctica los colegios no terminaban los dos primeros días hasta las 13.15, según explica un orientador gallego.

El descanso para los niños llegó en Galicia una jornada más tarde que el resto de las autonomías con las que inició la evaluación, por incluir la prueba de gallego, y también ayer hubo aulas parcial o totalmente vacías, como en las jornadas previas. Según la Consellería de Educación, la participación rondó la de los días anteriores -cuando la estimó en un 60%, frente al 20% de la Plataforma Galega en Defensa do Ensino Público-. A diferencia de los dos primeras citas, esta vez los estudiantes solo afrontaron la prueba de inglés o francés, de estructura similar a las otras de lengua: audios y textos para comprensión y un par de composiciones para ver su expresión escrita. Si entre los docentes se percibió como escaso el tiempo disponible para las redacciones en gallego y castellano, vieron la prueba de idiomas "más asequible", explica el orientador consultado.

Aun así, para este experto gallego, las pruebas, seguidas, fueron "muy intensas en cuanto a esfuerzo mental" para los adolescentes, porque se evaluaron "cinco competencias de una tacada". "No es especialmente ideal para un niño de 12 años; es un esfuerzo excesivo", critica. Su valoración es que acabaron "excesivamente cansados". Además, apunta que el examen de matemáticas resultó "particularmente complicado" para los chicos, de los que escuchó alguna queja sobre las cuestiones vinculadas a geometría o a tratamiento de la información. Una anécdota refleja las dificultades: una profesora de matemáticas hizo el test con los alumnos y dejó sin contestar seis preguntas, explican desde una ANPA, que critica que los niños tuvieron "menos de dos minutos" por ítem.

El orientador considera que se armó demasiado "alboroto" en torno a las pruebas, lo que suscitó una "preocupación" previa en los niños "que no favoreció a nadie", pero también entre padres y docentes. Pese a todo, concede, los niños tuvieron una pequeña ventaja: ya habían realizado la evaluación de diagnóstico de 4º (fijada en la anterior ley educativa), con un formato similar y en algunos centros se les intentó "orientar" con modelos parecidos para que se familiarizaran con la filosofía de la prueba, que consiste, dice, no en evaluar tal cual los conocimientos, sino en que se sepan aplicar en situaciones cotidianas.

Otro docente, pedagogo de formación, defiende que la prueba está "obsoleta" desde el punto de vista de la metodología y la didáctica, a la par que critica que solo evalúa "algunas capacidades cognitivas". "La utilidad es poca y el estrés que pasan los niños es potente", afirma.