Ahora tiene ojos sobre todo para Fiz y Antón, sus dos pequeños, pero hasta hace no tanto las gaitas eran las únicas "niñas" de la artista Susana Seivane que, al empezar "tan pequeñita" a familiarizarse con ese instrumento, no recuerda "cuándo" no sabía tocarlo. "Siempre digo, sin que suene raro, que nací con dos manos, dos pies y una gaita", ironiza Susana Seivane en una entrevista con Efe, en el marco del Festival del Mundo Celta de Ortigueira, donde el sábado estrenó el espectáculo Interxeracional, con el que juntó a más de 70 personas sobre el escenario.

A pesar de que la gallega toca otros instrumentos, como el piano, el acordeón y alguno de percusión, considera que la gaita "tiene algo especial, una magia en su timbre, en su sonoridad, que la hace diferente y remueve cosas por dentro a los que la escuchan", además de ser "el estandarte de un país, Galicia". Seivane, descendiente de una familia de gaiteros de Cambre, subraya asimismo que este instrumento lo escucha un extranjero, aunque ni él ni sus antepasados tengan que ver con Galicia, y se le ponen "los pelos de punta" o, incluso, se pone a llorar, algo que ha visto en más de uno de sus conciertos.

En opinión de la artista, la música tradicional gallega se encuentra en estos momentos en una situación "muy buena", gracias, en parte, a que "hay muchísimos niños que cada vez empiezan antes a tocar", algo que "hace unos años era más difícil que ahora", y además existen "numerosas asociaciones y agrupaciones que se preocupan por mantenerla viva".

Rememora que cuando empezó a inflar el fuelle, con tres años, era algo que "llamaba muchísimo la atención por la precocidad", mientras ahora, con la entrada de instrumento en los conservatorios, los niños pueden elegirlo desde "una edad más temprana", motivando además "un profundo respeto e interés" por la música tradicional.

Esos niños tienen como uno de sus referentes a Susana Seivane, algo que, admite, "es una responsabilidad, pero también todo un orgullo", pues recuerda que ella observaba a su padre, Álvaro, y a su abuelo Xosé Manuel, del que asimiló "la manera que tenía de interpretar y de tocar, de cómo hacía los adornos".