El Papa cerró ayer los goznes de la puerta santa de la basílica de San Pedro y clausuró de este modo el Jubileo de la Misericordia al pedir "la gracia de no cerrar nunca la puerta de la reconciliación y el perdón". En la solemne celebración de cierre del Año jubilar, a la que asistieron unos 70.000 fieles, Francisco pidió que siempre se mantengan abiertas las vías de esperanza. En su homilía, recordó a todos los "peregrinos" que han cruzado la Puerta santa, "lejos del ruido de las noticias, han gustado la gran bondad del Señor".

"Continuemos nuestro camino sabiendo que nos acompaña la Virgen, también ella junto a la cruz, que desea acogernos bajo su manto, conociendo que nuestras súplicas, dirigidas a sus ojos misericordiosos, que no quedarán sin respuesta", añadió y dijo que aunque se cierre la Puerta santa siempre esta abierta la de la misericordia, "el corazón de Cristo".