En pleno siglo XXI, la Organización Mundial de la Salud lucha todavía para intentar erradicar una de las enfermedades más agresivas con el sistema nervioso: la poliomielitis. Una patología todavía endémica en Afganistán, Nigeria y Pakistán, países alrededor de los cuales se centra la actividad contra esta dolencia, erradicada en un 99% de los casos a través de la vacunación. En España, la enfermedad se cebó con los niños entre 1950 y 1964, los conocidos como niños de la polio, que ahora, medio siglo después, sufren el síndrome postpolio, agravado al superar la barrera del medio siglo de vida.

La vacuna no llegó a España hasta 1963, una década después de que fuera inventada por Jonas Salk en EEUU. Antes de ese año, según denunció ayer con motivo del Día Mundial de Lucha contra la Poliomielitis, la presidenta de la Asociación de Afectados de Polio y Síndrome Postpolio, Lola Corrales, el régimen franquista vacunó a 200.000 niños en el ámbito privado, pero "la dictadura ocultó esta enfermedad incurable" para tapar los miles de contagios que se podrían haber evitado.

Aunque se calcula que en España hay unas 300.000 personas con secuelas de la polio, no existen registros sobre esta enfermedad que, cuando se convierte en síndrome postpolio, se caracteriza por la fatiga y una debilidad muscular progresiva y suele desencadenarse tras una caída o un trauma psicológico como una separación o la muerte de un ser querido.

Algunos aquejados en Galicia por esta dolencia forman parte de la Asociación Gallega Contra las Enfermedades Neuromusculares. "El síndrome postpolio se descubrió hace quince o veinte años. Hasta entonces no se había tenido en cuenta pero a partir de ahí fue cuando los afectados empezaron a sentir pérdida de fuerza y problemas de movilidad", explica la portavoz de la entidad, Carmen Vilaboa, quien añade: "Es una enfermedad neuromuscular y como todas no tiene tratamiento ni cura, solo la rehabilitación física permite retrasar todos los efectos perniciosos que pueda desencadenar la enfermedad".

Además, a la debilidad muscular progresiva se suma el daño psicológico que produce el ver cómo a partir de los 50 años, "tras una vida de lucha para salir adelante pese a las secuelas de la polio pierden de nuevo autonomía". "De estar integrados y activos vuelven a tener problemas y eso les afecta tanto a ellos como a sus familias", subraya. Por ello, adquiere una importancia fundamental el tratamiento psicológico. "Un buen tratamiento puede retrasar la llegada a una silla de ruedas", remarca Vilaboa, que lamenta que es ahí donde los pacientes se encuentran con la limitación de las ayudas por parte de la sanidad pública.

"Se financian entre diez y doce sesiones de rehabilitación al año, lo que no es suficiente ya que lo ideal sería una por semana y tampoco se pueden distribuir a conveniencia de los pacientes", lamenta la portavoz de esta asociación gallega, que subraya que es un problema común a los afectados por dolencias neuromusculares.

Tanto en el caso concreto del síndrome postpolio como en las enfermedades raras, aboga por una mayor investigación que permita una mejora en la calidad de vida de los pacientes. "Ninguna investigación es inútil", sostiene.