El pasado. Ylenia, la amigui rubia de Belén Esteban, está infravalorada. Como Yola o Leticia Sabater. A Ylenia le pasa como a Jorge Javier, son de natural filósofos, lo llevan en el ADN . Esta es su última reflexión, su cátedra más reciente, su magisterio postrero: "Cuando los mayores errores de tu vida están grabados para siempre, que alguien me explique cómo pasar página y cambiar de vida. La gente amargada, vaga, sin talento y con frustraciones... siempre estará al acecho de la felicidad ajena". La cogitación tiene fondo, carga de profundidad. Ya se le veía apuntar maneras a la chica desde que cambió de tinte, que en esto Mariló no llegó a entrar antes de irse a los Estados Unidos de América, no le dio tiempo a analizar si la coloración podría infiltrarse en las neuronas y cambiar el tono de los pensamientos, algo del tipo de su teoría de los órganos o de los limones. Pero no debería Ylenia angustiarse. El arrepentimiento, la contrición, es el primer paso. Siempre se está a tiempo de cambiar de vida, de borrar el pasado. Hay ejemplos. Como Dinio. Ha vuelto a la tele tras un buen centrifugado. Ya no es aquel loco al que confundía la noche. Ahora se limitar a acudir, cobrar y no abrir el pico. Por si.

St. Trop. Mamiisabelpreysler llevando theandiedress en St. Trop. Según me cuentan se le acercaron para decirle que era la señora más chic del almuerzo..., pero no me puedo llevar el crédito por ello. Mami es, pues eso, la señora más chic del almuerzo, de la merienda y de la cena, Isabel Preysler. El vestidito en cuestión un diseño de la couturier en ciernes Tamarita. Y St. Trop., desde luego, Saint Tropez, la costa azul, donde la reina de corazones y el Nobel pasan unos días de asueto, recuperado ya él del tropezón. El tropezón no es un rifirafe político, ni familiar, ni que se haya dejado entrevistar de nuevo por la couturier en ciernes, es literal, un tropiezo y una caída, cuando iba al baño (a uno de los tropecientos baños) en plena noche. Son divinos pero también humanos. Tienen necesidades fisiológicas. Les fallan -a veces- los reflejos. Y visten TFP.

La duquesa. La duquesa vive en una pequeña casa a las afueras del bosque de La Oruga. Tiene a su servicio a un lacayo-sapo y una cocinera que abusa de las especias. Es la dueña del Gato de Cheshire, lleva en brazos un bebé que se convierte en cerdito y juega al croquet con la Reina de Corazones. Las duquesas de ahora, las de verdad, son muy diferentes de las del país de las maravillas, excepto por algunas cosas. Ahora hay una nueva: Carmen, Carmencita, la nietísima, la díscola, la Bordiú. Dicen que va a coger su polémico título, con toda su Grandeza de España, y a su novio yogurín y australiano, y se va a vivir a Portugal, como los reyes exiliados y Sara Carbonero. Por si se lo quitan. La duquesa de Alicia es un personaje malvado. Pero por culpa de la pimienta. Claro.

El zorro y las gallinas. Todo el mundo sabe, incluidos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, dónde, cómo y en qué circunstancias obtuvo Belén Esteban su carné de conducir. A nadie, a ni uno solo de los NP millones y pico de ciudadanos españoles, se les escapa que Dios, a la hora del reparto, no dotó a la mujer con el don de lenguas. Ni con garganta canora (mira, lo mismo que su ex). ¿Y no se les ocurre nada mejor que entregarle un espacio de entrevistas al volante? ¿Con karaoke casero en inglés? Es como poner al zorro a vigilar las gallinas, darle al pirómano uniforme de bombero, juntar fuego y estopa, o un micrófono y Kiko Rivera.

El ajo. La superstición establece que una de las formas más efectivas de protegerse contra los vampiros es una ristra de ajos. El olor del bulbo ahuyenta a Drácula. Y a Victoria Beckham. A ella, los dientes, de ajo y de la Obregón. Pero esa es otra historia. El asunto de la liliácea y el vampiro tiene su razón de ser. Parece que Vlad el Empalador, en quien pudo inspirarse Stocker, padecía porfiria eritropoyética, enfermedad que se caracteriza, entre otras cosas, por retraer las encías, causar fotofobia, anemia, palidez... El consumo de ajo dispara las porfirinas, lo que agrava la dolencia. Ahora sabemos que el ajo también es un alimento proscrito en Buckingham Palace. Lo contó Camila en Masterchef Australia. Que el ajo, en palacio, ni verlo. Por el protocolo y por cosas nuestras, dijo. Pero en KRRR, en Escocia, se hallaron tirados en una cuneta informes médicos de la familia real británica que apuntaban a antecedentes de este mal. Misterio, que diría Iker. En España, en cambio, somos muy de ajo. Nobles y plebeyos. Y no se conocen casos de vampirismo. No recientes al menos. Algún chupasangres, si eso. Y Gustavo González, que al pobre me lo vistieron un día a lo Coppola. Pero resultó como lo suyo con María Lapiedra, poco creíble.