-La lucha contra la velutina obliga a estar innovando permanentemente. ¿Cuál es el método más eficaz?

-Ahora estamos utilizando unas arpas, que son muy similares a los instrumentos musicales. Las usamos para proteger nuestras colmenas. Cuando las atraviesa una abeja no pasa nada pero si es una avispa, que es de más tamaño y vuela en diagonal, recibe una descarga eléctrica; caen en una tinaja con agua, a la que echamos un poquito de lavavajillas, y no pueden volver a volar.

-¿Y esto es efectivo?

-Esto es desesperado. Las colocamos ahora, en la época que atacan, para evitar sus efectos sobre las colmenas y esto quiere decir que no hemos sido capaces de frenarlas antes. Todas las medidas suman y nunca acabaremos con el problema. Vamos aprendiendo unos de otros y aplicando nuevos métodos.

-¿Esa información la coordina la Xunta?

-En Marín lo hacemos a través de los grupos de WhatsApp. Tenemos tres y ahí vamos compartiendo todo lo que el 012 nos va facilitando, a todos los niveles. Los ciudadanos tienen que colaborar en este problema.

-¿Las arpas son costosas?

-Todo es caro, sobre todo para voluntarios. Pero tenemos la suerte de que el Concello de Marín nos financia todos los materiales que tenemos y eso es una ayuda muy importante.

-¿Con qué otros medios cuentan?

-Tenemos una pértiga de aluminio que alcanza los 30 metros de altura y que utilizamos para inocular el veneno dentro de los nidos. También tenemos varios trajes especiales para realizar estos trabajos. Y después nos vamos dotando de lo necesario para el trampeo. A modo experimental probamos con un troyano, que era una mochilita cargada de veneno que elaboramos nosotros y que poníamos a cada ejemplar de velutina que pillábamos. Le cortábamos las patitas y las dejábamos volar para que volviesen al nido. Pero pronto lo dejamos porque había muchos riesgos.