Apenas 48 horas después del incendio que dejó al borde de la destrucción a la parisiense catedral de Notre Dame, algunos de sus muros siguen inestables, mientras el país entero, bajo impulso del presidente francés, Emmanuel Macron, piensa ya en la reconstrucción. El Gobierno francés anunció ayer que lanzará un concurso internacional de arquitectura para la reconstrucción de la aguja de la catedral, que se vino abajo en el incendio, en el que se determinará qué se hará en su lugar y si se levantará una idéntica u otra adaptada a las técnicas actuales.

El primer ministro, Édouard Philippe, destacó tras un Consejo de Ministros consagrado a la reconstrucción de la catedral que el concurso determinará si se sustituye la aguja y, en caso afirmativo, si será exacta a la que había construido en 1859 el arquitecto Viollet-Le-Duc o una versión modernizada. Philippe señaló que una opción es "dotar a Notre Dame de una nueva aguja adaptada a las técnicas y a los retos de nuestra época". El primer ministro indicó que el Ejecutivo presentará la semana próxima un proyecto de ley que fijará el marco de la restauración.

El bullicio en los alrededores de la iglesia, totalmente acordonada, contrastaba ayer con la minuciosidad con la que un grupo de especialistas se obstinaban en apuntalar los puntos más sensibles. El principal foco de atención está en el frontispicio norte del transepto, que, privado de la sujeción del entramado de vigas que sustentaba la cubierta, ha quedado a merced de las inclemencias del clima, según indicó ayer el portavoz de los bomberos, Gabriel Plus. Aunque la jornada fue soleada, sin apenas viento, urge apuntalar ese enorme triángulo de piedra que, de caer hacia el interior puede provocar daños en la catedral. Si lo hace hacia el exterior, las afectadas serían las viviendas vecinas del barrio de la Isla de la Ciudad, separadas solo por una estrecha callejuela.

Parte de ese frontispicio y algunas estatuas de su ornamento será retirados para garantizar su estabilidad, mientras que los edificios amenazados siguen evacuados como medida de precaución. Unos 70 bomberos continyaban ayer desplegados en la catedral en esta fase de vigilancia, en la que expertos ya han comenzado a evaluar los daños y, sobre todo, cuáles son los riesgos de que haya un derrumbamiento o de que el fuego rebrote en algún sitio. Todo eso está retrasando las labores de evaluación de los daños sufridos en el patrimonio artístico que sigue dentro del templo, cuyo acceso está muy restringido por el peligro de desprendimientos.

En paralelo, avanza la investigación judicial abierta para determinar las causas de la catástrofe, aunque por el momento no hay cambios en las primeras hipótesis avanzadas que apuntan a un origen accidental del fuego ligado a las obras de restauración.

Las llamas que devoraron parte de Notre Dame han conmocionado al país y han despertado una oleada de solidaridad, no solo entre los grandes empresarios, que parecen rivalizar en anunciar la donación más sustanciosa, sino también entre particulares. Organizar ese flujo para que contribuya al objetivo marcado por Macron de reconstruir la catedral en cinco años fue el objeto del Consejo de Ministros. Del mismo salió un proyecto de ley que organice las donaciones, que se beneficiarán de mayores exenciones fiscales y que se canalizarán de forma que "cada euro pagado para la reconstrucción sirva para eso y no para otra cosa", en palabras de Philippe. En total, se han recolectado unos 850 millones, la mitad de ellos procedentes de las tres principales fortunas galas, lo que generó una polémica sobre los motivos por los que lo hacen.

Por su parte, los arquitectos parecen recelar del plazo de 5 años para la reconstrucción. "Para nosotros, el objetivo no es ir lo más rápido posible", indicaron ayer desde el Colegio de Arquitectos de Francia.