"¿Qué pasaría si las eventuales dejásemos de coger el teléfono durante un mes?". Esta cuestión es la reflexión final de una enfermera del Servizo Galego de Saúde (Sergas). En un vídeo con miles de visitas, resume buena parte de las reivindicaciones de un colectivo que visibilizó ayer su hastío por la precariedad casi eterna con la que conviven.

Las oposiciones para obtener alguna de las 830 plazas ofertadas en el servicio de enfermería del Sergas reunieron en la jornada dominical a 7.675 aspirantes en el recinto de la Feira Internacional de Galicia en Silleda, donde se celebraron las pruebas. La participación fue del 87,8% respecto a los 8.738 admitidos en los exámenes para obtener una plaza. De los 830 puestos en juego, 372 correspondían al turno de acceso libre, 415 al de promoción interna y 43 al de discapacidad, según la Xunta. Del total de admitidos, el 5,8% procedía de fuera de Galicia, el 72,6% tenía menos de 40 años y el 88% eran mujeres.

Una jornada de nervios, pero también de reivindicación, ya que la plataforma Eventuais en Loita había llamado a vestir de negro durante los exámenes como denuncia de una inestabilidad laboral que para muchos dura lustros. Muchos-una gran mayorí- fueron también los que secundaron la iniciativa, y se presentaron en Silleda de riguroso luto. Como ocurre en los venres negros de la Crtvg, enfermeros y enfermeras tratarán de teñir de negro el amplio recinto ferial reservado para estas pruebas.

"Nos ha sobrepasado el apoyo, que llega de todas partes y formas; estamos encantados y creemos que la protesta será un éxito", apuntaban horas antes de las pruebas desde el colectivo, conscientes de que su realidad es cada vez más conocida. Y es que desde hace varias semanas, por las redes sociales circulan vídeos protagonizados por personajes destacados de diferentes ámbitos „desde responsables políticos hasta actores y actrices, pasando por profesionales sanitarios o grupos musicales„ que apoyan su lucha.

Una lucha a la que han llegado hartos de ocupar huecos estructurales en el sistema sanitario público, encadenando contratos de días o semanas, pendientes del teléfono cada poco para saber cómo y dónde trabajan a la jornada siguiente, sin posibilidad de planificar o conciliar y trabajando en la precariedad.