Tienen problemas para controlar sus impulsos, han normalizado los gritos o portazos en las discusiones de pareja o presentan dificultades para gestionar los conflictos familiares. Hombres con conductas violentas o inadecuadas con su entorno que antes de que esta agresividad vaya a más lanzan un SOS y piden ayuda a través del programa Abramos o círculo, un proyecto de la Secretaría Xeral de Igualdade y el Colexio Oficial de Psicoloxía de GaliciaColexio Oficial de Psicoloxía de Galici que ofrece ayuda terapéutica gratuita a quienes quieren poner freno a este comportamiento antes de convertirse en maltratadores. Desde su inicio en 2001 han pasado por el programa más de 800 varones de la comunidad. Solo el año pasado recibieron atención psicológica 86 (casi la mitad en la provincia de A Coruña: 40), lo que supone un 36% más que hace una decada cuando se cerraba 2009 con 63 atendidos.

"El objetivo del programa es la prevención secundaria, es decir, atajar una conducta cuando empieza a aparecer, ponerle freno. Es voluntario y vienen hombres que tienen problemas para controlar sus impulsos o gestionar conflictos en el ámbito doméstico, pero que no tienen denuncias por maltrato o han sido condenados. En esos casos ya hay otros programas que son obligatorios ya que les obliga a ir el juez, aquí tienen que ser ellos los que quieran venir", explica el coordinador de Abramos o círculo, Rubén Villar, quien reconoce que la mayoría llegan animados por su entorno, no porque crean que realmente su conducta sea inadecuada.

Una vez que solicitan ayuda en el teléfono 630 170 140, se le deriva „en solo 24 o 48 horas„ al especialista de la red de psicólogos de Galicia más cercano a su domicilio, quien analizará su caso e iniciará la terapia que considere más adecuada. "Es una terapia individual porque cada caso tiene sus necesidades concretas", explica Villar, quien deja claro que en ningún momento se trabajará también a nivel psicológico con la pareja o la familia. "Partimos de que son situaciones en las que una parte, el varón, ejerce una relación de poder o control sobre los otros y cuando no hay equilibrio, no se puede trabajar en conjunto con todos. Otra cosa es que el psicólogo decida que la pareja acuda a la segunda o tercera sesión pero para saber cómo responde o cómo actúa el hombre a tratamiento, para que haya cierto feedback", sostiene.

La terapia para quienes quieren controlar su agresividad se asienta en tres pilares. "Por una parte se trabaja que el hombre explique cuales son sus creencias o pensamientos, en qué se sustentan. Después el lado emocional, deben aprender a saber qué sienten realmente, cómo expresarlo, tener empatía, ponerse en el lugar del otro y por último se trabaja a nivel conductual, es decir, que sean conscientes de cómo reaccionan ante determinadas situaciones y qué consecuencias tiene", indica Villar.

La duración de la terapia varía en función de cada caso hasta un máximo de 20 sesiones y desde Abramos o círculo aseguran que los resultados son muy positivos. Un estudio que realizaron con los casos tratados entre 2001 y 2015 reveló que el 70% de los pacientes recibieron el alta terapéutica, frente a un 22% que abandonaron el tratamiento y un 8% que pese a solicitar información, nunca llegó a ir a consulta. "Se les hace además un seguimiento a los seis meses y al año y no suele haber recaídas. Es más, una vez terminan la terapia son más sensibles a detectar situaciones de riesgos y hay casos que nos han llamado porque tienen nueva pareja y ven que les vuelve a ocurrir algo parecido o detectan que algo no va bien.", indica Villar, quien tiene claro que "pese a que queda mucho por hacer" en materia de prevención de violencia de género, en este caso se muestra "optimista". Es algo voluntario, asegura, y "la motivación" es clave para cambiar.