Helena Jamardo Figueroa estaba ahora volcada en el cuidado de sus nietos, y acudía con frecuencia desde su casa, en la parroquia de Campaña, a echarle una mano a su hija Sandra con sus dos hijos. Su trayectoria vital estuvo marcada por la emigración, al igual que la de muchos otros vecinos de Valga contemporáneos suyos. La falta de perspectivas laborales la empujó a acompañar a su marido a la emigración a Suiza. Allí, ella trabajó sobre todo en hoteles, donde desempeñó funciones en la limpieza y los servicios de habitaciones. En Valga habían quedado las dos hijas del matrimonio, al cuidado de los abuelos.

A su regreso a Valga, hacía todo lo posible por ayudar a su hija y a los nietos, de los que se hacía cargo cuando la madre estaba trabajando y tampoco podía atenderlos su otra hija.