De Verdi a Rossini, pasando por Mozart, Bellini o Ponchielli. No hay compositor ni personaje que se le resista a Michael Spyres (Misuri, 1980), tenor norteamericano, que igual acomete al Gualterio de Il Pirata como regresa al rango de barítono con el que comenzó a abrirse camino en el canto. Su potente Ermione, en la Temporada Lírica de 2015, dejó un regusto dulce entre los coruñeses que acudieron a ver cómo se metía en la piel de Pirro. A ellos y a la ciudad les dedicará esta tarde (teatro Colón, 20.00 horas) su Songs of the sea, un recital de piezas relacionadas con el mar que el cantante ha diseñado específicamente para la ocasión.

Del barroco al verismo, con obras de Mozart y Ponchielli. ¿A esto le suena a A Coruña?

¡Absolutamente! La historia, los paisajes y especialmente la comida convierten A Coruña para mí en un lugar especial. Por eso quería crear un programa único para la audiencia, para celebrar la naturaleza de una ciudad tan afectada por los mares.

¿Hay una pieza con la que la identifique?

Con Fuor del mar. Recuerdo haber estado aquí durante una tormenta, la última vez que vine, y ver las olas chocando contra las rocas. Podía sentir el poder de los mares a mi alrededor.

Para su dedicatoria ha escogido piezas complejas como Idomeneo o Un ballo in maschera. Parece que se haya retado a usted mismo.

Sí, definitivamente me he desafiado. Me encanta empujar los límites para ver si puedo hacer algo que nadie más ha hecho. A veces tengo éxito, aunque otras es evidente por qué nadie más lo ha intentado. Pero creo que nuestro trabajo como artistas es retarnos a nosotros mismos y al público.

¿Usted sigue descubriendo las posibilidades de su voz?

Sí. En el último año, he notado el cambio físico del que había leído durante tanto tiempo, que es que tu voz se estabiliza y ciertos sonidos se vuelven mucho más fáciles de producir. Por ejemplo, con un repertorio más pesado como Wagner me siento por primera vez seguro de que puedo avanzar sin dañar mi instrumento.

¿Ya no hay roles imposibles para usted?

Todavía tengo que encontrar algo imposible, pero diría que no soy adecuado para Puccini y gran parte del verismo. Otras voces suenan mucho mejor que la mía en ese repertorio, así que es mejor para mí explorar los otros 370 años de ópera.

Uno de los compositores que nunca le faltan es Rossini, con el que logró consolidarse en Otello. ¿Sigue siendo su debilidad?

Rossini es y siempre será mi espíritu afín. Aprendo algo nuevo sobre mi voz cada vez que canto sus arias, leo sobre su vida o profundizo en los libretos que musicó...

Imagino que tendría grandes conversaciones con Alberto Zedda. Era otro gran apasionado de Rossini.

Sí, Zedda y yo teníamos la misma pasión por Rossini, y yo siempre le he estado agradecido por aceptarme como uno de sus pupilos. Sentíamos la misma emoción por la vida y nos encantaba conversar y cantar los pasajes más bonitos de sus óperas. Trataré de honrar su legado durante toda mi carrera como cantante.

Alguna vez ha dicho que Rossini le cambió la vida, ¿tanto impacto tuvo en usted?

No tendría una carrera si no fuera por Rossini. Comencé como barítono y luego pasé a cantar como tenor, pero no estaba llegando a ninguna parte. Luego escuché a los grandes Chris Merritt, Rockwell Blake y Bruce Ford. Quería descubrir cómo podían cantar así. Casi todo su repertorio giraba en torno a Rossini, así que empecé a estudiar su música. Ningún otro compositor conocía mejor la voz humana así que, cuando puedes cantar correctamente a Rossini, puedes cantarlo todo.

Hoy le consideran el único baritenore que queda...

Sí y no. Soy la única persona que ha podido construir su carrera específicamente en torno a este repertorio, pero otros pueden cantarlo. Aunque la mayoría de las personas hoy en día nunca alcanzan su potencial como cantantes, porque trabajan en sus fortalezas naturales en lugar de en fortalecer sus debilidades. Sin embargo, hay docenas de voces como la mía. Mi éxito ha sido solo trabajo duro y no pensar como los demás.

También prescindir de los maestros. Los evitó durante parte de su carrera.

Porque soy un gran defensor del autoaprendizaje. Cuando aprendes de esta manera, te ves obligado a experimentar con tu voz para descubrir qué funciona y qué no. Con demasiada frecuencia, los cantantes se convierten en loros que repiten lo que su maestro les dicen y cantan sin entender lo que están haciendo. Eso para mí es inmadurez y ¿por qué alguien debería seguir siendo un niño como cantante? Los artistas dependen demasiado de los maestros.

Pero a usted sí que le gustaría enseñar. ¿Enfocaría el aprendizaje del canto de modo distinto?

Yo querría inculcar la exploración del sonido y el amor por la historia de las artes vocales. También la disciplina, la autosuficiencia...

Antes de eso, le veremos en Il Pirata a finales de año. ¿Estará a la altura de la expectación que ha generado el concierto?

Oh, ciertamente espero estarlo. Tuve la suerte de hacer Il Pirata en Ginebra ya este año, y el papel de Gualterio encajó genial en mi voz. Pero no me preocupan demasiado las expectativas. La belleza de tener una carrera como la mía pone las cosas en perspectiva porque, literalmente, he cantado el repertorio más largo, más alto, más bajo y más desafiante jamás escrito para la voz.