Investigadores del Oregon Research Institute y Florida Atlantic University han demostrado por primera vez vínculos estadísticamente significativos entre el uso habitual de medicamentos recetados para el dolor y/o el sueño, y el riesgo de fragilidad en adultos de 65 años o más. Y han cifrado en un 95% ese aumento del riesgo, según publican en el Journal of the American Geriatric Society.

La fragilidad consiste en déficits en una variedad de medidas funcionales, y es un predictor confiable de pérdida de independencia, mayor uso de recursos de atención médica y mortalidad, según explican los autores.