Es coruñés, tiene solo 33 años y su investigación es una de las más prometedoras para vencer a las temidas superbacterias, resistentes a los antibióticos y que amenazan con dejar a la humanidad sin el arsenal terapéutico necesario para combatir infecciones ahora controladas, pero que pueden llegar a ser mortales sin el tratamiento adecuado. Una labor que lleva a cabo en Estados Unidos, y que ha llevado a César de la Fuente (A Coruña, 1986) a hacerse con la primera edición del Premio Langer a la innovación y excelencia en emprendimiento, que otorga el Instituto Americano de Ingenieros Químicos ( AIChE). Este galardón honra a Robert Langer (Albany-Nueva York, 1948), uno de los ingenieros más prestigiosos y citados de la historia-cuenta con 1.400 artículos y 1.300 patente- que recibió, entre otros reconocimientos, el Premio Príncipe de Asturias o el Breakthrough Prize en Ciencias de la Vida.

El recién creado Premio Langer le llega a De la Fuente apenas seis meses después de ser elegido por el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusettss (MIT) como uno de los diez mejores innovadores del mundo menores de 35 años en ciencias de la vida y la salud. El biotecnólogo coruñés (de As Lagoas), catedrático en la Universidad de Pensilvania, trabaja en el desarrollo de logaritmos que siguen las leyes de la evolución de Darwin para crear antibióticos artificiales mucho más potentes que los actuales. También ha creado un método para convertir proteínas tóxicas, como las que se encuentran en el veneno de la avispa, en antimicrobianos, y ha extraído enormes bases de datos de las proteínas existentes en el cuerpo humano para descubrir moléculas que pueden eliminar microbios dañinos.

"Nuestro sueño es enseñarles a los ordenadores a crear los antibióticos del futuro. Para ello debemos conseguir entender, controlar y computerizar las proteínas, que son las moléculas con las que trabajamos que tienen actividad antimicrobiana y que permiten que la vida exista (sin proteínas nada sería posible)", explicaba recientemente, a este diario, De la Fuente. "El primer paso conlleva comprender desde un punto de vista de principios básicos la química y la física que explica cómo estas moléculas se comportan en el espacio y el tiempo. El segundo es un paso lógico al primero e incluye poder controlar o reprogramar estas moléculas de manera precisa. Para ello debemos elucidar las reglas que dictan cómo se comportan estas moléculas. El tercer objetivo consiste en digitalizar toda esa información para poder ejercer el control molecular usando máquinas", señalaba.

Aunque pueda sonar a ciencia ficción, la estrategia del biotecnólogo coruñés y su equipo consiste en enseñar a los ordenadores a diseñar moléculas basándose en la teoría de la evolución de Darwin para atacar de forma eficaz a las superbacterias resistentes a antibióticos. "Las proteínas tienen un espacio químico casi infinito de 20^n, donde 20 son los 20 aminoácidos que existen de manera natural, y 'n' es el número de aminoácidos presentes en una proteína determinada. Los amino ácidos son los bloques que componen las proteínas, y que se unen en una cadena parecida a un collar de perlas. Para hacerse una idea de la complejidad de este espacio químico, destacar que una proteína minúscula compuesta por tan solo 25 amino ácidos tiene un espacio secuencial superior al número de estrellas en el universo. El proceso evolutivo tan solo ha explorado una fracción mínima de este espacio probabilístico, es decir, todas las proteínas que existen, que catalizan cada reacción en nuestro cuerpo y que permiten que la vida sea vida, tan solo son una parte minúscula del potencial completo de estas moléculas", apuntaba, y añadía: "Este potencial puede llevarnos a descubrir nuevas medicinas y moléculas útiles para tratar enfermedades y solventar problemas de nuestra sociedad. Sabíamos que necesitaríamos ordenadores para explorar este mundo conceptual de moléculas. La siguiente conclusión a la que llegamos, es que la mejor manera de descubrir nuevas moléculas útiles era siguiendo el método que durante billones de años ha generado toda la diversidad que existe alrededor nuestra. Siguiendo las reglas de la evolución de Darwin", especificaba De la Fuente, quien avanzaba que, cuando los métodos y herramientas que están desarrollando estén consolidados, "se podrán extrapolar a otras áreas aparte de las enfermedades infecciones".

El Premio Langer busca apoyar a los talentos emergentes en las primeras etapas de su carrera y promover la creatividad de los investigadores para afrontar desafíos de alto riesgo y alto impacto y así conseguir avances disruptivos. De la Fuente recibirá de la Fundación AIChE una ayuda de más de 100.000 dólares para avanzar en sus líneas de investigación.