Creíamos que José Luis Cuerda (Albacete, 1947) no se iba a morir nunca. Y, por eso, porque no queríamos que se muriera, nos repetíamos como un mantra que nosotros seguiríamos siendo siempre contingentes, pero él era necesario. Creador de una religión no reconocida (los amanecistas), cascarrabias, "bonachón" —eso solo lo decía él de él mismo—, más listo que el hambre, divertido y de rápidas asociaciones mentales, José Luis Cuerda iba a cumplir 73 años el próximo 18 de febrero.

Cuerda tenía fama de mal genio entre la gente que tenía que trabajar para él; al mismo nivel, lo adoraban. Que era muy listo, que nada más mirarte sabía de qué pie cojeabas... Todo "un carácter" en los rodajes, que luego suplía abriendo con generosidad botellas de blanco de su bodega Sanclodio, que fundó en 2002. Era su único vino, un Ribeiro que elaboraba y llevaba el mismo nombre que su bodega de Cubilledo, en el concello ourensano de Leiro, zona de la que se enamoró durante el rodaje de El bosque animado (1987). Pero, cuentan sus allegados, que se acercó al vino no por el paisaje, sino por las historias que cuenta y que estuvo pendiente de la producción hasta que el ictus que sufrió en 2013 le obligó a dejarla en manos de sus hijas.

Esta no fue la única película que rodó en Galicia, que fue para él como un talismán. En 1999 rodó La lengua de las mariposas, una adaptación de la novela homónima del escritor coruñés Manuel Rivas, con Fernando Fernán Gómez y Manuel Lozano; y en 2008, Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, con Maribel Verdú y Javier Cámara, cuya banda sonora grabó en los Estudios Mans, de la Fundación Paideia, en A Coruña. Ambas películas le valieron sus dos Goya a mejor guion adaptado en las ediciones de los premios del cine de 2000 y 2009, respectivamente. Los otros dos Goya que obtuvo Cuerda fueron como productor de Alejandro Amenábar en Tesis, en 1996, y Los otros, en 2001.

Su último proyecto cinematográfico en Galicia fue Todo es silencio, basada, de nuevo, en la novela homónima de Rivas. El rodaje del filme, protagonizado por Quim Gutiérrez, Miguel Ángel Silvestre, Celia Freijeiro, Juan Diego y Xoque Carvajal, se presentó en el pazo de Santa Cruz de Mondoi, en Oza dos Ríos, y cogió forma en Cambre y en distintas localizaciones situadas entre la ría de Betanzos y Muros. Todos estos sitios moldearon un lugar llamado Brétema, donde Rivas situó a las zarpas del poder que, en esta ocasión, tenían que ver con capos y fardos de droga. La antigua sala de fiestas de O Seixal o la iglesia románica de Santa María de Cambre fueron algunas de las paradas donde los trípodes estiraron sus patas para filmar una cinta donde casi todo fue gallego.

Cuerda no tuvo buena salud de niño. A los cinco años se pasó un año entero en la cama enfermo de pleuresía. También estuvo un tiempo en un seminario en Albacete y después estudió Derecho, aunque no aprobó ni un curso; justo entonces coincidió con Cristina Almeida y Manuela Carmena, y con ellas se apuntó al Partido Comunista, aunque lo hizo "por probar" y no duró mucho. Llevaba años quejándose de que no encontraba modo de rodar la que sería su última película. De hecho, en 2015 se decidió a imprimir como novela el guión de Tiempo después, que escribió dos años después de estrenar Así en el cielo como en la tierra (1995). Hasta que apareció La turba, cómicos y devotos de Cuerda entre los que se encontraban Andreu Buenafuente, Berto Romero y Edu Galán, decididos a cumplir el deseo del "maestro". Al final, fueron Arturo Valls y su socio Félix Tussell quienes tiraron para adelante con la película.

Lo logró con 71 años. En navidades de 2018, más concretamente —y como no podía ser de otra manera—, el 28 de diciembre, festividad de los Santos Inocentes, Cuerda estrenó Tiempo después, justo 30 años después del estreno de Amanece que no es poco con la que cierra una trilogía que incluye también Así en el cielo como en la tierra (1995). Eran artistas jóvenes que homenajeaban a toda una generación. Casi cuarenta intérpretes que no pusieron condición alguna para trabajar con él. De Roberto Álamo a Blanca Suárez, César Sarachu, Carlos Areces, Berto Romero, Antonio de la Torre y Daniel Pérez Prada. Y Miguel Rellán y Gabino Diego, como banderines de enganche entre generaciones. En una entrevista con Efe, el cineasta aseguró que esta película era "lo mejor" que había hecho en su vida, "hablando de cine", claro.

Ya durante la promoción, Cuerda dio síntomas de no encontrarse bien de salud; coincidiendo con aquellas semanas, se le diagnosticó un deterioro senil. Con sentido del humor, achacaba su pérdida de peso (más de 30 kilos) a las "raras" cenas que hacía, a base de "cruasán con yogurt, proteínas y vitaminas, un menú completo".

En 2015, inauguró su estrella en el Torreiro de la fama del festival de Cans, en O Porriño. Dos años después, en julio de 2017, fue el protagonista de la Semana Internacional del Cine de Betanzos, donde se proyectaron siete de sus películas. Durante su estancia en la localidad, el cineasta sufrió una aparatosa caída en su habitación del hotel que le llevó al hospital y le impidió asistir al acto de clausura del festival, en el cine Alfonsetti.