Italia ya supera en muertos a China. Un estudio de la Universidad de Oxford, publicado por la revista Demographic Science y citado por Wired, explica por qué Italia ha sido golpeada de una manera tan brutal por el coronavirus. Dos razones. Una de ellas es que es el segundo país del mundo en porcentaje de mayores: el 23% de la población tiene más de 65 años mientras que en Estados Unidos, por ejemplo, solo alcanza el 16%. Pero tiene mayor importancia el segundo de los motivos expuestos en el estudio: los italianos pasan más tiempo con los abuelos que el resto de sus vecinos europeos. Aquí, más supone decir mucho más.

El caso italiano, según la investigación de Oxford, debería servir para ayudar a otros países a aislar las áreas de mayor riesgo. Evitar el contacto de los jóvenes asintomáticos con los ancianos es una de las grandes preocupaciones en la lucha contra la extensión del virus. Pero para ello es necesario aumentar el número de pruebas médicas.

El mismo informe sostiene, no obstante, que la demografía no es un destino. Japón, por ejemplo, donde la población mayor de 65 años es del 28%, un porcentaje aún superior al de Italia, cuenta con 42 muertos y 1.140 contagiados, de acuerdo con las últimas informaciones. Tampoco los japoneses están expuestos a los mismos roces afectivos que los italianos o los españoles, a esa invasión del ámbito humano personal que tanto gusta a los latinos.

Nadie en Japón convirtió en un éxito como en Italia una canción dedicada a los abuelos, Il tuo mondo, popularizada entre otros por Claudio Villa, que poseía una voz de tenor y un gran gancho melódico. De sobrenombre Il Reuccio, el reyecito, ganó en cuatro ocasiones el Festival de la Canción de San Remo, entre 1955 y 1967, dos veces Canzonissima y una el Festival de la Canción Napolitana. En Eurovisión no tuvo éxito en ninguna de sus dos apariciones. " Ero un bambino ma tu m'insegnavi a capire, tutte le cose che tu sapevi da sempre, l'amore, l'amicizia e il dolore", cantaba Villa reflejando la admiración del nieto por su nono. Il tuo mondo se convirtió en un himno de la melancolía por el paso del tiempo. Se sigue escuchando a diario.

El periódico romano La Repubblica desatacaba hace unos días la historia de un niño toscano que, armado con rotuladores de colores, diseñó un arcoíris en una gran sábana blanca con las palabras Todo irá bien y el tricolor de la bandera encarcelado en un corazón. Luego llamó al 112 y le pidió ayuda al carabinero de turno en la centralita para que hiciese una entrega especial: llevar su pancarta a los mayores de un hogar de ancianos. Sucedió en Vaiano, una localidad de poco más de 10.000 habitantes en la provincia toscana de Prato, de donde era originario Curzio Malaparte, que se enorgullecía de la autenticidad de sus paisanos que al caminar no parecían ir subidos en una carroza como muchos otros italianos.

Italia resiste pero también se resiste a quedarse en casa. De hecho, únicamente un 60% permanece en ella continuadamente, de acuerdo con un informe publicado la pasada semana. Al italiano no se le ha olvidado de la noche a la mañana esa condición exhibicionista que apuntaba Malaparte.

Los asintomáticos pueden ser las bombas de relojería en circulación. Se piden más pruebas, incluso para ellos. Después de días de discusión y debate, es la línea que parece prevalecer en las decisiones de muchas de las regiones italianas, destaca Corriere della Sera. Las posiciones científicas son diferentes, a menudo opuestas, pero muchos expertos se decantan por aumentar el número de pruebas realizadas, sin llegar a una detección masiva. El presidente del Instituto Superior de Salud, Silvio Brusaferro, lo explicaba de esta manera: "Los test no son el arma decisiva, solo dan una visión instantánea del momento. No hay atajos: hoy la batalla se gana con nuestro comportamiento". Y volvemos a lo mismo: quedarse en casa.

El llamado misterio Veneto, sin embargo, ha marcado una línea a seguir que casi todos atribuyen a la efectividad de los tamponi (las pruebas). De todas las regiones del norte de Italia, el Veneto presenta un caso singularísimo, por ejemplo, en relación a Lombardía y Piamonte, triplicando el control sobre el contagio con tests ambulantes. Otros, como Brusaferro, dicen que la posibilidad ilusoria de dar hoy negativo puede convertirse mañana en positivo. Es la voluntad cambiante y aterradora de esta maldita plaga.