La crisis sanitaria desencadenada por la pandemia de coronavirus ha puesto patas arriba el día a día de los hospitales españoles, sin excepción. Desde hace varias semanas, y de manera escalonada, el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) ha ido reprogramando espacios para dar respuesta al por ahora incesante aumento de afectados con Covid-19 que requieren hospitalización. En el día de ayer, había 252 ingresados con coronavirus en el área sanitaria de A Coruña y Cee, 207 en el Chuac252 ingresados con coronavirus en el área sanitaria de A Coruña y Cee207 en el Chuac. La mayoría (168) se recuperaba en planta, pero un total de 39 enfermos, los más graves, se aferraban a la vida desde la cama de una UCI, conectados a un respirador. Más del doble de los 17 pacientes que se encontraban hace una semana en esa situación.

Una tesitura que cambia cada día, de ahí que las medidas que toma la dirección del complejo se vayan adaptando a ese ritmo también, especialmente en los servicios más implicados en hacer frente a la pandemia, como son, precisamente, las UCI. En este caso, además de habilitar la sala de reanimación de la quinta planta para albergar a pacientes con Covid-19, el complejo hospitalario coruñés ha acondicionado en un tiempo récord de apenas diez días dos nuevas unidades de críticos en antiguos bloques quirúrgicos del edificio principal de As Xubias. La primera, con una veintena de camas y situada a escasos 25 metros de la UCI principal, empezó a recibir pacientes el pasado viernes. La segunda, ubicada en la sexta planta, estará lista mañana, con un número de plazas todavía sin determinar y que se establecerá "en función de las necesidades", precisaron ayer a este diario desde la gerencia del área sanitaria. Se sumarán al total de 62 camas ya disponibles en el Chuac para los enfermos más graves.

"El primer paso que se dio fue organizar las UCI con las que ya contaba el hospital para, en base a esa capacidad, acoger al mayor número posible de pacientes con coronavirus. Al ver que no era suficiente, se optó, en una primera fase, por habilitar una unidad de críticos con 22 camas un bloque de quirófanos que estaban cerrados y pendientes de remodelación en la quinta planta", explica José Manuel Barreiro, responsable de electromedicina del Chuac. "Lo que hemos hecho en esa antigua zona quirúrgica ha sido rediseñar espacios para poder albergar camas de UCI. La infraestructura es la misma en cuanto a superficie, pero la dotación difiere bastante", agrega. "Antes de ocupar esa zona -continúa Barreiro-, la dirección médica se dio cuenta de que no iba a ser suficiente, y decidió continuar aumentando el espacio destinado a los enfermos con Covid-19 más graves en unas instalaciones muy similares a las anteriores, los antiguos quirófanos de la sexta planta, que ya están prácticamente acondicionados también, y que mañana mismo se pondrán a disposición de la gerencia", señala.

Las camas de las UCI requieren de un equipamiento y de unas prestaciones para los pacientes que implica que ocupen un espacio mayor que las convencionales de las plantas de hospitalización, de ahí que todavía no se pueda precisar con exactitud de cuántas plazas dispondrá la nueva Unidad de la sexta planta. "Partíamos de 22 nuevas camas en la quinta planta, y no sabemos aún hasta dónde podremos llegar en la sexta. Las necesidades y las expectativas se van recalculando sobre la marcha", indica Barreiro.

Pero, ¿cómo se convierte un quirófano en desuso en una UCI? ¿Qué equipamiento precisan estas unidades de críticos? En una UCI, explica José Manuel Barreiro, "lo fundamental es monitorizar al paciente", es decir, realizar un seguimiento de sus constantes vitales para ver su evolución minuto a minuto, y poder actuar en caso de que alguno de esos parámetros "se salga de la horquilla de seguridad". Los enfermos ingresados en estas áreas necesitan, además, ventilación mecánica, de ahí que los respiradores sean equipos "imprescindibles"."La dotación de los respiradores de un hospital es proporcional a su número de camas de UCI. Por eso, incrementarlas implica adquirir más aparatos de este tipo. Ahora mismo, hay un problema importante de stock a nivel mundial y la fabricación no es inmediata. Además, requieren unos controles muy estrictos de calidad para validar su uso en humanos. Por fortuna, en el Chuac teníamos más de un respirador por cama y también conservábamos tecnologías que, aún no estando obsoletas, estaban en su ciclo final de vida. Y habíamos adquirido algunos equipos en la primera fase de la pandemia, cuando vimos lo que estaba sucediendo en Italia", indica el responsable de electromedicina del complejo coruñés, quien subraya que "se han redistribuido los recursos", de manera que también se están destinando respiradores de área quirúrgica -de anestesia-, "con características similares a los equipos de ventilación", a las UCI.

Para dar servicio a ese equipamiento en las nuevas UCI, el personal de mantenimiento del Chuac ha tenido que "montar tomas de gases, reacondicionar los espacios y llenarlos de enchufes', explica Javier Viñas, responsable de electricidad del Chuac, quien hace hincapié en la total seguridad de las instalaciones, "unidades completamente preparadas" pese a haber sido montadas en un tiempo récord. "No estamos hablando de una simple cama de hospital. Son instalaciones muy complejas que aportan total seguridad a cualquier enfermo o sanitario que trabaje allí", remarca.

"Esas camas de UCI tienen unas garantías plenas tanto de bioseguridad y equipamiento médico, como de prestaciones", agrega José Manuel Barreiro. "A nuestros compañeros de enfermería nos gustaría poder ofrecerles un mayor confort, ese es el único hándicap que le podemos ver a esas instalaciones. Pero son seguras desde todo los puntos de vista y cuentan con un equipamiento de alto nivel. No tienen nada que envidiar a cualquier otra UCI, salvo en los circuitos de manejo para el personal", reitera.