Tras seis largas semanas viendo su infancia pasar desde la ventana, casi 320.000 niños gallegos menores de 14 años recuperarán mañana una pequeña parte de la libertad que el coronavirus les confiscó. Cuarenta y dos días después, los más pequeños volverán a salir de casa para recorrer unas calles muy distintas a las que conocieron. Silenciosas, sin apenas tráfico y desiertas de gente. Será solo 60 minutos al día, entre las 9.00 y las 21.00 horas, y no podrán ir al parque o a los columpios. Tampoco estar con sus amigos. Pero al menos tomarán el aire, podrán correr, saltar e incluso llevar consigo algún juguete, como un patinete o una bici. Tendrán que ir con un mayor de 18 años, que podrá acompañar incluso a tres menores, y a una distancia que no supere el kilómetro de su hogar. Aún así, un alivio después de mes y medio encerrados entre cuatro paredes.

Especialistas de distintas disciplinas consultados por este diario avalan la decisión del Gobierno de permitir salir a la calle a los menores de hasta 14 años, acompañados por un adulto, tras este tiempo de confinamiento, y ven el uso de la mascarilla como "un buen elemento" para minimizar riesgos, "complementario" a otras medidas, como mantener la distancia de seguridad y "extremar" la higiene y el lavado de manos. Psicólogos y logopedas proponen, además, establecer una serie de "pautas" y plantear la salida como "un juego colectivo" en el caso de los niños más pequeños.

"Las salidas se deben realizar cerca del domicilio familiar, y evitando que los niños socialicen con otros pequeños", recalca el epidemiólogo del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) Antón Acevedo, quien aconseja realizar un "ejercicio previo de mentalización" con los menores. Sobre el uso de mascarilla, el doctor Acevedo asegura que si los niños la toleran y los padres disponen de ella, sería "un buen elemento" de protección.

En términos similares se manifiesta la presidenta de la Asociación Galega de Pediatría de Atención Primaria (AGAPap), Amparo Rodríguez Lombardía, quien considera que a la hora de salir a la calle, los menores "tendrán que tomar todas las medidas de protección necesarias". No obstante, recuerda que "los niños son niños", y advierte de que va a resultar "complicado" que sean "capaces de manipular las mascarillas sin contaminarlas". "Si ya a los adultos se nos hace difícil evitar tocarnos la cara sin querer... Aparte, los niños andan a las carreras, saltan, no paran quietos... Va a ser difícil, aunque lo ideal sería que sí las llevasen. Los padres van a tener que hacer un esfuerzo educacional importante, aunque ya están muy concienciados, al igual que con el tema de la distancia social o la higiene de manos. Pero habrá que seguir incidiendo mucho en toda esta cuestión", subraya.

Por su parte, el jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Materno Infantil Teresa Herrera, Jerónimo Pardo, insta a los padres a "seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias" sobre las salidas de los menores, que ve "recomendables". Coincide con la doctora Rodríguez Lombardía, no obstante, en que será "difícil" que los más pequeños "toleren bien" las mascarillas, aunque destaca su "gran capacidad de adaptación". Un punto a favor de los niños que también reivindica la presidenta de AGAPap. "Los niños son los que mejor se adaptan a las nuevas situaciones y, en general, esto es lo que estamos viendo los pediatras tambiénen esta crisis generada por la pandemia de coronavirus", remarca.

Psicólogos y logopedas ven también como una "buena noticia" que los más pequeños puedan salir a la calle tras mes y medio confinados. "Supone un alivio, tanto para las familias como para los propios pequeños. Romper la rutina de estar todos los días en casa es un estímulo, les ilusiona, y va a contribuir a su bienestar físico y psicológico", sostiene la presidenta de la sección de psicología educativa del Colegio Oficial de Psicoloxía de Galicia (COPG), Manuela del Palacio, quien reitera que, en la tesitura actual, un paseo corto, acompañado por un adulto y "realizado con mucha cautela y precaución", se convierte en un disfrute "casi terapéutico" para los menores.

Del Palacio no cree que los niños vayan a ver frustradas sus expectativas al salir de casa bajo unas condiciones tan estrictas. "Son mucho más inteligentes de lo que los adultos pensamos y van a entender nuestras palabras en cuanto pongan un pie fuera de casa, porque la calle no es la misma. Está vacía. Van a ver que los parques están precintados, que no se pueden juntar con otros niños para jugar, que no pueden abrazarlos. Si hasta ese momento no comprendían muy bien las explicaciones de sus familias sobre lo que estaba pasando, creo que lo van a entender en cuanto pisen la calle y que, en general, se van a adaptar sin grandes problemas", señala.

La presidenta de la sección de psicología educativa del COPG sí considera, por otro lado, que la mascarilla de protección debería ser "obligatoria, por lo menos, a partir de tres años", y de hecho cree que su uso no supondrá una dificultad para los pequeños. "Hay padres que comentan que como sus hijos se las ven a ellos, también se las quieren poner. Los seres humanos en general, y especialmente los niños, aprenden por imitación. Al salir verán a casi toda la gente con mascarillas, y van a querer ser uno más. Ese aprendizaje por imitación les va a surtir efecto", afirma.

Por su parte, tanto la presidenta como la vicepresidenta del Colegio Profesional de Logopedas de Galicia, Ana Isabel Vázquez y Diana Gándara, respectivamente, coinciden con los demás profesionales consultados en la importancia de que el regreso de los niños a la calle sea "lo más controlado posible". "Vigilar que no toquen nada y que mantengan la distancia social con otras personas es lo más importante", subrayan ambas profesionales, y apelan a labor y a la responsabilidad de los padres para hacer entender a los más pequeños que hay que "respetar" esas medidas.

A este respecto, Manuela del Palacio propone plantearles todas esas pautas como si se tratase de un juego colectivo en el que están participando. "Si vemos que los niños están inquietos o preocupados ante la posibilidad de salir y de tener que cumplir con todas esas restricciones, se les podría decir algo como 'vamos a salir a la calle con mascarilla, como si fuésemos Batman, y así no nos va a reconocer el virus'", cita, como posible ejemplo. La presidenta de la sección de psicología educativa del COPG reconoce también cierto temor entre algunos padres, que puede que no dejen salir a sus hijos "hasta que pasen unos días". "Ante una situación tan compleja como la que estamos viviendo, hay muchas maneras de reaccionar, y el miedo es una de ellas. Pero las familias han de entender que de su actitud va a depender que los niños se sientan cómodos y disfruten, o que salgan con temor e, incluso, que se quieran quedar en casa", concluye.