"Esto ha sido una inyección de vida también para nosotros", cuenta Raquel sin perder de vista a su hijo Tiago, que se explaya a gusto por el parque de Sada. Y es que este pequeño atleta de 7 años lo que más echaba en falta era correr al aire libre. "Hace atletismo dos veces a la semana, estaba como un león en una jaula", cuenta su madre risueña.

Todo eran sonrisas ayer en la comarca en esa primera hora de libertad de los niños tras cuarenta días de confinamiento. Buena parte de los pequeños disfrutaron de esa primera bocanada de aire fresco en patinete o bicicleta. A otros, les bastaba con dar patadas al balón o saludar, desde lejos, a sus amigos.

El alivio saltaba a la vista especialmente en las familias que vivieron la cuarentena confinadas en pisos y que disfrutaban ayer con sus pequeños a orillas de la ría de O Burgo, del Mendo, el Mandeo, o en los paseos marítimos de Sada, Miño, Arteixo... Algunos admiten que nunca habían imaginado que se pudiese disfrutar tanto de un paseo en un domingo nublado.

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Primer día de salida de los niños a la calle en A Coruña tras el confinamiento

"Nos hemos quitado las mascarillas para que nos dé el aire en la cara", contaba ayer las durante el paseo con su hija Candela, de 12 años, junto la ría de O Burgo, espacio elegido por numerosas familias de la zona para iniciar el desconfinamiento infantil. Las medidas de precaución hacían el paseo más aburrido para algunos, como Sefora, de dos años, que poco después de salir con su madre, María, ya quería volver a casa al no poder "tocar cosas y coger flores". Nico y Lía Blanco, de 11 y 8 años, diferían en las ganas acumuladas de calle. "Se hace raro", comentaba el chico, y su madre, Cristina, explicaba que la videoconsola y la tablet le habían mantenido entretenido. También Gerard, de 7 años, prefería la videoconsola que volver a bajar. Su padre, Alberto, le convenció.

Las playas fueron otro de los escenarios favoritos. En Santa Cruz, dos amigas que se encontraron sobre patines hasta bajaron sobre ruedas a la arena mojada. Claudia (7 años) había salido con su hermano Leo (3) y su padre, Ismael, y se encontró con Aroa y su madre, Nuria. "Echo de menos a mis amigas, hablábamos por Skype. Pero al menos tengo jardín y mi madre dibujó una mariola con tiza", contaba Aroa, que aún lamentaba haber tenido que cancelar su fiesta de cumpleaños, prevista para el 14 de marzo.

Y es que tener jardín ahora es todo un lujo. "Nosotros vivimos en un apartamento pequeño y ha sido mucho agobio", cuenta Diego, tras salir de paseo por Vilarrodís con su mujer, Tamara, y su hija Mara, de año y medio. "Lo pasó genial y nosotros igual. Vio a dos niños y se puso como loca, normal, tanto tiempo soliña?", lamenta su padre. El paseo por esta localidad de Arteixo también fue toda una aventura para Carla, de cuatro años, que a la vuelta durmió por primera vez la siesta en cuarenta días de confinamiento, cuenta feliz su madre, Yolanda. Cristian y Xiana también de Vilarrodís, aprovecharon para jugar al balón y dar una vuelta en bici, respectivamente. Celia y Claudia, para dar pasear por la playa de Sada. "Tenemos ganas de volver al colegio", apuntan estas mellizas de 11 años. Sofía, de Betanzos, se lo piensa un segundo antes de contestar: "Bueno, un poco menos que salir a la calle, pero también me apetece", responde traviesa. Para otros, el cole puede esperar. "A mí no me gusta mucho", dice Adrián mientras hace cola en un quiosco de Betanzos para darse un capricho. Y es que justo ayer el Ratoncito Pérez le dejó diez euros. Una feliz coincidencia.