Pese a que en la Residencia de Mayores de Oleiros en la que trabaja como enfermera no hubo usuarios con Covid, Montse Casal recuerda cómo "el miedo y la incertidumbre" protagonizaron las primeras semanas de pandemia. "Los datos que llegaban del Ministerio indicaban que los mayores eran muy vulnerables al virus y que las consecuencias para ellos eran terribles. Había cierto temor y estrés porque la residencia es su domicilio y no están pensadas arquitectónicamente para ser hospitales", explica la también delegada sindical de CSIF, quien tiene claro que una de las conclusiones de esta crisis es que "hay que tener centros sociosanitarios y profesionalizar los cuidados porque aunque la residencia es su hogar, suelen ser personas con patologías previas y precisan una atención sociosanitaria". "Los centros públicos están medicalizados y por tanto más preparados para una situación así", añade Casal, que trabaja en una residencia dependiente de Política Social, donde "se reforzó el personal aunque no lo suficiente, lo que demuestra que realmente se necesita más personal para ofrecer una mejor calidad y cuidados".

Ser un centro libre de Covid no impidió que fuesen semanas "con una importante carga de trabajo tanto a nivel físico como mental" ya que tuvieron que adaptarse a continuos nuevos protocolos.

Casal cree que esta crisis sanitaria ha servido para "poner el foco en los servicios sociales" y ha demostrado "que no es posible recortar en esta área porque tiene implicaciones para los usuarios". Si tiene que sacar algo positivo de la pandemia en las residencias se queda con que "la baja incidencia en algunos centros es un reflejo de la calidad de los cuidados que se ofrecen y permite ver las diferencias y da una gran satisfacción a nivel personal".

Igual que otros compañeros vio cómo una parte de la sociedad les culpabilizaba por la situación que se vivía en muchos centros. "No somos responsables. En todo caso serán las administraciones o empresas que gestionan los centros que son quienes tienen que dotar de personal y EPI", dice esta enfermera que reconoce que se sienten "pocos valorados". "Somos como la hermanastra fea del Sergas", dice Casal, quien lamenta la "imagen distorsionada" que hay de las residencias. "No son para aparcar a mayores sino un sitio para darles cuidados asistenciales de calidad", sostiene.