Reducir la ansiedad y el estrés que supone para un niño víctima de violencia de género el tener que ir a declarar a un juzgado a la vez que se trabaja la autoestima, la confianza o la comunicación de emociones. Estos son los objetivos el programa Venus —puesto en marcha hace año y medio por la Fundación María José Jove, la Asociación pola Igualdade e a Coeducación (Apico) y Candamín en los concellos de Betanzos y Curtis— y en el que se recurre a perros de terapia tanto para sesiones individualizadas con los menores como para acompañarles al juzgado. El éxito de esta iniciativa, pionera en España y en la que ya han participado 42 niños de tres a trece años, hace que ahora se amplíe también a los concellos de Cambre y Miño que facilitarán instalaciones para llevar a cabo la terapia asistida. “El balance de este primer año es muy positivo; mejor de los esperado. Los resultados que se observan a corto plazo son brutales”, explica la coordinadora del proyecto, Natalia Vázquez, quien da las claves sobre este programa.

¿Quién puede participar en el programa? Menores que hayan vivido episodios de violencia de género en el seno de su familia. “No se necesita una acreditación formal de que ha sufrido violencia pero sí tener toda la documentación sobre lo que ha vivido el menor. Un terapeuta evaluará su caso y determinará si es necesario que participe en este tipo de sesiones”, indica Natalia Vázquez, quien explica que aunque la terapia se ofrece en cuatro concellos pueden participar menores de otras localidades. Eso sí, el acompañamiento al juzgado con los perros, de momento, solo es posible en los casos que se lleven en Betanzos.

¿En qué consiste el proyecto? El programa incluye terapia asistida con perros previa a la declaración, acompañamiento al juzgado y seguimiento posterior. “Aunque nació con el fin de preparar a los menores para que no tuviesen tanta angustia y ansiedad al ir a declarar, hemos visto la importancia de la intervención previa”, indica Vázquez.

¿Qué se trabaja en esta terapia asistida con animales? Los niños acuden cada quince días —o semanalmente si está cercana la fecha del juicio— a sesiones individuales de 60 minutos en las que están los perros y un terapeuta. “En ellas el especialista trabaja con los animales y sabe en qué momento y qué preguntas hacer para que el proceso no sea traumático para el niño. Muchos pequeños ven estas sesiones como un momento de ocio, de ir a jugar con los perros, son ellos los que piden venir y esto hace que los animales le generen confianza y al final se sueltan más”, indica la coordinadora del proyecto. Gracias a crear este clima de tranquilidad y confianza niños que llegaban callados o temerosos logran exponer lo que les sucede o han vivido de forma natural. “En el caso de tener que ir al juzgado también se les prepara explicándoles cómo son las instalaciones, que estarán con el perro que han elegido y esto hace que disminuya su angustia y su ansiedad”, indica Vázquez, quien explica que en algunos casos el juez “puede considerar suficiente los informes aportados sobre el menor en la terapia y no es preciso tomarle declaración”.

¿Qué mejoras han notado en los pequeños? Desde la Fundación María José Jove y Apico, que ayer presentaron el balance del primer año y medio en A Coruña, indican que gracias al trabajo terapéutico con estos perros, han apreciado una mejora en la “autoestima, la comunicación familiar, en el descanso y el sueño y en los resultados escolares” de estos menores.

¿Qué caracteriza a los perros del programa? Bot, Uva, Bosco y Matilda son perros adiestrados para servir de apoyo y asistir en terapia. “Son animales de un perfil muy claro y educados para esto, no sirve poner al niño con cualquier perro”, indica Natalia Vázquez.

¿Cuáles son las novedades del programa? Cambre y Miño se unen al proyecto y además en esta segunda etapa se incidirá en la atención también a las madres sobre cómo afrontar el proceso con sus hijos o los recursos y servicios disponibles para ellas.

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Perros escuderos de víctimas de maltrato en A Coruña

NATALIA VÁZQUEZ, coordinadora del programa"Estas sesiones ayudan también a que no repita en el futuro los roles de violencia que han visto"

Asegura que gracias al clima de tranquilidad y confianza que aportan las sesiones con perros de terapia, los menores no solo aprenden a conocer mejor sus emociones y expresarlas sino que logran recuperar “el equilibrio” que habían perdido por las situaciones de violencia vividas y que afectaban a su desarrollo y esta terapia sirve incluso como “prevención” ya que “se les educa de forma que no repitan estos roles que han vivido en el futuro”. “El balance de esta primera etapa del programa Venus es muy positivo; mejor de lo esperado”, señala una de las coordinadoras de este programa puesto en marcha hace un año y medio por la Fundación María José Jove, Apico y Candamín, Natalia Vázquez.

“Se trabaja con ellos el autoconocimiento, que sepan reconocer las emociones que sienten y cómo expresarlas. Al principio muchos son callados pero después gracias a la confortabilidad de las sesiones, para muchos son como ir a jugar con el perro, hace que tomen confianza y se suelten más”, reconoce Vázquez, quien explica que “aunque en la mayoría de los casos son los niños mayores los que son más conscientes de lo que ocurre”, no quiere decir que los pequeños no lo sean.

Estas terapias sirven para que “mejoren desde la concentración, los problemas de sueño o el rendimiento académico”, pero también que se preparen por si tienen que ir al juzgado para afrontar este trámite “sin angustia” y para la vida después del proceso en los tribunales. Vázquez destaca el papel de prevención de estas terapias. “Ellos viven situaciones de violencia de género y están aprendiendo roles. El autoconocimiento y la igualdad que se trabajan en las sesiones hacen que puedan identificar ciertas situaciones y no reproduciren el futuro los roles que han vivido”, dice esta especialista.