Las residencias de mayores llevan días trabajando a contrarreloj para tener todo a punto para el inicio de la vacunación contra el COVID. No se trata sólo de informar a usuarios, trabajadores y familiares sobre las características del fármaco y enviar un listado al Sergas con quienes aceptan inmunizarse sino que los centros tienen que habilita puntos de vacunación en sus instalaciones, reservar otras zonas para que los ya inmunizados esperen el tiempo necesario para descartar una posible reacción y organizar turnos y circuitos para que no se produzcan aglomeraciones y la vacunación interfiera lo menos posible en las rutinas de los mayores.

La residencia pública Torrente Ballester de A Coruña será una de las primeras en recibir la nueva vacuna de Pfizer en el área sanitaria y su director, Juan Cores, reconoce que llevan días “de mucho trabajo” para tenerlo todo listo. Aunque en un principio iba a comenzarse la vacunación de los 85 residentes y 111 trabajadores hoy mismo, el retraso de la compañía en la distribución de las dosis, hace que finalmente se realice mañana. “Esto ha supuesto unos desajustes a la logra de plantear la logística interna porque hay que fijar los turnos de los trabajadores, algunos vienen expresamente a inmunizarse y también establecer unos horarios para que no coincidan todos a la vez”, indica Cores, que explica que la inmunización se llevará a cabo en una sola mañana con “la vacunación de unas 20 o 25 personas cada media hora”. “Hemos reservado las horas centrales de la mañana para los residentes porque así no interfiere en sus rutinas de desayuno o comida, por ejemplo y las primeras horas y las últimas para los trabajadores”, indica Juan Cores.

Una vacunación en pandemia obliga a medidas de seguridad adicionales. Por ello, los centros han tenido que diseñar unos circuitos de entrada y salida y áreas específicas para la media hora que tienen que esperar los vacunados —como ocurre con otros fármacos como las vacunas para la alergia— por si sufren alguna reacción. En el caso de la Torrente Ballester, una vez vacunados, los trabajadores esperarán el tiempo recomendado en el salón de actos mientras que los residentes —si están en la planta de enfermería, donde viven los más vulnerables, ya aguardarán allí— y si no, “irán al sitio que tienen asignado, que siempre es el mismo, en el comedor”. Un sistema sencillo para saber en todo momento dónde está cada uno de los vacunados.

El fármaco de Pfizer tiene unas características especiales que hacen que pese a que algunos centros, como La Milagrosa, también en A Coruña, tienen un médico y personal de enfermería las 24 horas del día, no puedan ser ellos quienes administren las vacunas. “El Sergas ha formado a equipos de enfermeros que se desplazarán a cada centro sociosanitario porque lo complejo no es el pinchazo sino que el fármaco requiere monitorizar que se ha mantenido la cadena de frío, hay que controlar los tiempos... Solo hay que pensar que se tarda cinco minutos en su administración cuando la de la gripe es un momento”, indica el director de este centro, José Carlos Millán Calenti, quien reconoce que al menos por ahora, los sanitarios de la residencia no pueden hacerlo “pese a que son los que se encargan de las PCR rutinarias que se realizan, por ejemplo”. “El personal del Sergas será el encargado de recepcionar las dosis y comprobar la cadena de frío y traspasarlas a neveras ordinarias que tenemos en el centro. Después cuatro sanitarios se encargarán de la vacunación”, añade Cores.

Y días o semanas antes del pinchazo también hubo una labor previa de información a usuarios — “y sus familiares en caso de que estén incapacitados porque tienen que dar su consentimiento”, indica Millán Calenti— y trabajadores. “Hemos dado de plazo hasta mañana para que informen de si quieren o no vacunarse”, indica el director de La Milagrosa, donde están invitados a inmunizarse 64 mayores y 57 trabajadores aunque todavía no tienen fecha exacta. “Se supone que aún están organizando y se cree que los centros grandes y sin casos irán antes”, asegura.

Poco rechazo a inmunizarse

Tras semanas de sesiones informativas y de resolver todas las dudas que tanto usuarios como trabajadores planteaban, en las residencias La Milagrosa y Torrente Ballester de A Coruña prevén que la mayoría se vacunen contra el COVID. “Hemos dado a las familias de plazo hasta mañana pero de momento nadie nos ha notificado que no quiera vacunarse”, indica el director de La Milagrosa, José Carlos Millán Calenti, quien reconoce que “sí había algunas suspicacias por parte de algunos trabajadores pero con la formación recibida y la información dada se han superado”. “Los casos de quienes no se quieren vacunar porque no se fían son residuales. Tenemos algunos casos de gente que prefiere esperar un poco porque tienen alguna patología, reciben quimioterapia o están embarazadas y prefieren consultarlo antes”, añade el director de la Torrente Ballester, Juan Cores.

Para estos dos directivos de residencias coruñesas el poder contar con los usuarios y el personal del centro inmunizados les permitirá “estar más tranquilos” aunque reconocen que, en la práctica inmediata, esto no va a suponer disminuir las restricciones marcada por la pandemia. “La vacuna va a suponer un antes y un después. Cuando tras la segunda dosis se tenga inmunidad, esto no permitirá relajar las medidas pero sí el estrés psicológico de una situación a la que no veíamos fin”, dice Millán Calenti, quien cree que aportará “tranquilidad” y defiende al 100% la seguridad del antígeno. “No sabemos cómo va a afectar al día a día de los residentes, si el Sergas hará después un estudio serológico entre los usuarios pero está claro que la vacunación en el centro otorga una mayor tranquilidad”, añade Juan Cores.