Contenedor frigorífico en el Hospital de Braga.

La situación sanitaria de Portugal es dramática, con el país a punto de aislarse a partir de la medianoche de mañana para intentar frenar la pandemia. Los hospitales están prácticamente saturados y las morgues colapsadas, lo que ha obligado a instalar en el exterior de los hospitales contenedores frigoríficos para guardar los cuerpos hasta que puedan ser enterrados. El número de pacientes no deja de crecer desde el inicio del año y el país, de diez millones de habitantes, encadena ya diez días con más de 200 muertos diarios y casi 14.000 contagios por jornada. Ayer se superó la barrera de los 800 ingresados en las UCI del país, que tiene 6.627 enfermos hospitalizados.

A las escasas camas libres en los hospitales, se suma la falta de personal y eso que todavía no han llegado al pico de la tercera ola. Y es que la variante británica se extiende cada vez con mayor rapidez y —como anticipó el epidemiológo y profesor de la Universidad de Porto Óscar Felguerias— en apenas dos semanas será la cepa predominante y previsiblemente se propagará con igual intensidad en Galicia.

Una de las situaciones más duras se vive en Lisboa, donde se registran, la mitad de las muertes del país y uno de cada dos contagios. Casi cuarenta ambulancias con enfermos de COVID en su interior esperan durante horas en el exterior del Hospital Santa María en la capital del país una cama. Los médicos salen y les hacen el triaje en el interior de las ambulancias.

El Hospital de Braga, uno de los mayores del norte de Portugal que da servicio a 1,2 millones de personas, ha conseguido evitar las colas de enfermos a sus puertas y a través de las ARS norte se han coordinados con otros centros para atender a los pacientes, pero no han podido evitar el colapso de la morgue. A fecha de ayer, el centro tenía ingresados en planta 139 enfermos de COVID y otros 30 en UCI.

El número de camas está casi al límite, pues cuenta con 157 camas de enfermería y 31 en críticos. La tasa de ocupación de la morgue también ha subido en los últimos días y, dentro del protocolo establecido con el Instituto de Medina Legal, ha reforzado su capacidad con un contender frigorífico: “manteniéndose las condiciones de seguridad y dignidad para preservar los cadáveres”, según explica la portavoz del centro Catherine Alves. Al déficit de camas en todo el país, se suma la falta de profesionales sanitarios para atender a todos los enfermos.