Técnicos de la NASA celebran el exitoso amartizaje del vehículo explorador. | // EPA/BILL INGALLS

El vehículo explorador espacial Perseverance se posó a las 21.55 horas de ayer (horario peninsular) sobre la superficie de Marte, en el cráter Jezero. Es el quinto vehículo que la NASA coloca en la superficie del planeta rojo y también el más voluminoso y avanzado tecnológicamente. Su misión es buscar restos de la vida que pudo haber en el ambiente húmedo que Marte tenía hace miles de millones de años.

Diecisiete minutos antes del aterrizaje, la parte de la nave espacial en la que voló Perseverance desde la Tierra —con el helicóptero explorador Ingenuity unido a su vientre—, se separó de la cápsula de entrada. Los siete minutos de terror, en los que se pierde contacto con la nave, empezaron a las 21.48 horas, cuando la misión entró en la atmósfera marciana a unos 19.500 kilómetros por hora. Un minuto más tarde, la fricción de la atmósfera calentaba la parte inferior de la nave espacial a temperaturas de hasta 1.300 grados Celsius.

Tres minutos antes del aterrizaje, la nave desplegó su paracaídas a velocidad supersónica y 20 segundos después la cápsula de entrada se desprendió del escudo térmico. Esto permitió al rover usar un radar para determinar la distancia al suelo y emplear su tecnología de navegación relativa al terreno para encontrar un lugar de aterrizaje seguro. Solo un minuto antes de tocar la superficie se desprendió la mitad trasera de la cápsula sujeta al paracaídas. En ese momento, la estructura que envuelve al rover activó sus retrocohetes para reducir velocidad y en los últimos metros dejó caer el rover con correas de nailon sujetas a una grúa. De esa forma, el vehículo llegó al suelo de Marte a apenas 2,7 kilómetros por hora.

Este mes, tres misiones terrícolas conquistarán el planeta rojo. Tras seis meses de intenso viaje interplanetario, tres naves espaciales tratarán de marcar un antes y un después en la historia de la exploración marciana. La sonda emiratí Hope (Esperanza en castellano) indagará en la atmósfera de Marte durante un año marciano, el equivalente a dos años en la Tierra. La misión china Tianwen-1 (que se podría traducir como “preguntas celestiales”) desplegará un orbitador, un módulo de aterrizaje y un robot explorador. El programa estadounidense Mars 2020 desplegó ayer sobre el desierto rojizo dos vehículos de exploración; el róver Perseverance y el helicóptero Ingenuity, el primero de su tipo en volar fuera de su planeta madre.

Se avecinan tiempos emocionantes para los aficionados. Tanto la misión árabe como la china, que alcanzaron la órbita marciana a principios de febrero, ya han enviado las primeras fotos del planeta. La misión estadounidense tocó suelo cerca de las 22.00 horas de ayer, hora peninsular. Minutos más tarde empezó a llegar la primera imagen del suelo. A partir de ahí, todo lo que ocurrirá pasará a los libros de historia. Con la llegada de estas tres misiones, serán seis las banderas que orbiten el planeta rojo: Estados Unidos, Rusia, China, Europa, India y Emiratos Árabes. Nunca antes había habido tantos ojos robóticos sobre un planeta que no fuera la Tierra.

¿Tendrá éxito el Perseverance en su búsqueda de restos de vida marciana? El astrobiólogo Jesús Martínez Frías se muestra tajante. “Marte recibe una radiación ultravioleta muy intensa que, por lo que sabemos, destruye toda traza de vida orgánica en superficie. Si existe vida, lo más probable es que sea microbiana y se esconda bajo tierra”, argumenta el investigador especializado en ciencias planetarias del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Más allá de las grandes preguntas sobre vida extraterrestre, las tres misiones también intentarán responder a cuestiones más mundanas. Por ejemplo, cómo es la atmósfera marciana. Qué piezas componen el puzzle geológico de Marte. Qué tipo de actividad sísmica hay en el planeta. Qué secretos se esconden tras el hielo marciano. Y hasta qué tiempo hace en el planeta.

Meses o años

Eso sí, todavía habrá que esperar un tiempo antes de tener una respuesta a estas preguntas. “No solo habrá que esperar a que estas misiones recojan datos. También hará falta el trabajo de cientos de investigadores de todo el mundo para entender qué hay detrás de esa información. Este proceso no es inmediato, sino que podría demorar meses o incluso años”, explica Beatriz Sánchez-Cano, investigadora de la Universidad de Leicester.

Un chip con los nombres de casi once millones de terrícolas, entre el equipaje

Con tres metros de largo, una altura superior a dos metros y un peso superior a los mil kilos; el todoterreno marciano Perseverance ya está listo para la conquista de Marte. Se trata de un robot de exploración de última generación, fruto del trabajo de miles y miles de investigadores de todo el mundo, liderados y coordinados desde las oficinas centrales de la NASA. Su objetivo; buscar signos de vida microbiana en Marte, estudiar el ambiente marciano y recolectar datos para que, algún día, los terrícolas puedan pisar el planeta rojo. Tras más de seis meses de viaje, millones de kilómetros recorridos en el espacio y una inversión de 2.700 millones de dólares, ayer el todoterreno marciano aterrizó en el cráter Jezero, en el hemisferio norte de Marte. La misión lleva a bordo siete instrumentos científicos de última generación (elaborados con colaboración española) y un kit de herramientas para recolectar muestras extraterrestres. La aventura del Perseverance no será en solitario. El robot viaja con tres chips de silicio del tamaño de una uña que contienen el nombre de 10.932.295 terrícolas que pidieron formar parte, al menos simbólicamente, de este histórico proyecto extraplanetario. Un apunte más. La exploración del planeta rojo se hará en diferido. Y no por el placer de los amantes de los robots teledirigidos, sino por una cuestión logística. Varios millones de kilómetros separan la Tierra y Marte. La distancia es tal que las señales del planeta rojo se reciben con entre 8 y 10 minutos de diferencia. “No viene mal recordar una cuestión clave; aterrizar en Marte es extremadamente difícil. Hemos tenido la suerte de que las últimas misiones llegaran bien, pero no podemos dar nada por hecho”, recalca Jorge Pla-García, investigador del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA). Para que una misión aterrice con éxito, por ejemplo, tienen que ejecutarse a la perfección más de medio millón de líneas de código de programación. La NASA consiguió ayer que su robot explorador aterrizase con éxito en Marte y ahora comienzan los trabajos de recopilación de datos.