Reino Unido se ha convertido en el primer país del mundo en inocular la mínima dosis posible de coronavirus a pacientes sanos y sin vacunar como parte de un estudio para examinar con mayor precisión el impacto de la enfermedad que conlleva, el COVID-19, en el cuerpo humano, y su interacción con el entorno, según confirmaron ayer fuentes del Ministerio de Sanidad.

Los primeros tests de este programa de ensayo clínico comenzaron el pasado sábado y tienen la intención final de “acelerar el desarrollo de vacunas y tratamientos contra la enfermedad”.

Los pacientes son “adultos cuidadosamente escogidos, que resultarán expuestos al virus en un ambiente seguro y controlado”. “Médicos y científicos trabajarán juntos para supervisar su evolución durante las 24 horas del día”, indica una portavoz de la investigación que se llevará a cabo en el país británico.

Se trata de 90 voluntarios jóvenes y en buen estado de salud, con pocas posibilidades de desarrollar un caso grave de la enfermedad, habida cuenta además de la baja dosis que van a recibir, explican los expertos británicos.

Esta clase de estudios son habituales en el mundo de los patógenos. En años previos se han realizado pruebas similares con la gripe o la malaria, aunque los voluntarios sí que recibieron tratamiento previo.

El ensayo arranca en un fin de semana donde Reino Unido sumó 5.000 nuevos positivos y ya rebasa los cuatro millones desde el inicio de la pandemia.